INTRODUCCIÓN:

Más de uno de los presentes, de aquellos que empezamos a disfrutar de los videojuegos a muy temprana edad, informándonos a través de nuestras queridas revistas, deseando con frenesí añadir nuevos títulos a nuestra juegoteca… seguramente hemos perdido algún tesoro de entonces. Y aunque este sea el contexto, no me refiero necesariamente a juegos, o a consolas, sino a esas entrañables memorabilias confeccionadas por nosotros mismos, que inspiradas por nuestra gran pasión, alimentaban nuestros deseos, ya fuesen dibujos, recortes, álbumes, listas… Sí, yo fui uno de esos. En una de mis listas recuerdo, con gran nostalgia, cómo anotaba todos esos juegos que veía en aquellas publicaciones, y que, supuestamente, pasarían a formar parte mi estantería en algún momento. Desafortunadamente, los escasos medios, y la etiqueta de ‘caprichos innecesarios’ con los que se marcaba entonces a los videojuegos por quienes tenían el poder de concedérnoslos, hicieron que muchos de ellos se quedasen en el tintero.

Lástima que esa lista se haya perdido, seguramente, para siempre, y sin embargo, todavía recuerdo perfectamente casi todos los juegos que formaron parte de ella. Esto me viene de perlas para presentar este fenomenal Pop’n Twinbee, que siempre estuvo en los puestos más altos del manuscrito, pero que, finalmente, por diversos motivos, nunca llegó a mis manos. La primera señal de mi atracción por él, nació de la experiencia que tuve con el primer TwinBee de NES, por medio de uno de esos cartuchos piratas con decenas de juegos hackeados, saltándome la recreativa, a la que nunca tuve ocasión de jugar. Al descubrir en las páginas de la prensa de la época la versión de Super Nintendo, quedé anonadado por el salto técnico, por ese derroche de color, por esas posibilidades jugables, por esa opción tan divertida para dos jugadores que prometía… los shoot’em up nunca fueron mi género favorito, pero había algo fascinante en él.