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jueves, 12 de septiembre de 2024

Porky Pig's Haunted Holiday

INTRODUCCIÓN:

Estoy convencido que a muchos de los que me leéis, sobre todo a los más talluditos, de una forma u otra los viejos dibujos animados de la Warner Bros os marcaron una parte importante de la infancia. En mi caso, volver a verlos o recordarlos, siempre me devuelve unas sensaciones completamente únicas e incomparables. Memorias de aquellas mágicas mañanas despreocupadas en casa, esos fines de semana de poco madrugar cuando, sin tener ni idea de los horarios de programación, encendía la TV y, con gran alegría, veía que por pura casualidad estaban pasando alguno de esos cortos protagonizados por cualquiera de aquellos celebres personajes que nos conquistaron para toda la eternidad a golpe de gags y carcajadas. Y por supuesto, todo ello con su insustituible doblaje latino. Ellos eran el pato Lucas, el Correcaminos, Silvestre y Piolín… o aquel simpático, aunque algo cascarrabias, cerdito que protagoniza el juego que nos ocupa, el bueno de Porky.

Indagando de cerca en la ‘carrera’ de dicho personaje, pese a mostrar un gran carisma y atractivo, nunca estuvo entre los más representativos ni destacados. Y aunque protagonizó varias cintas, lo normal era verle en la pantalla como personaje más bien secundario. Pero hablando ya de la era de los 16 bits en los videojuegos, si Daffy Duck, Bugs Bunny, Taz o incluso los Animaniacs tuvieron una aventura que llevaba sus nombres… ¿por qué no iba a poder protagonizar la suya propia este orondo gruñón? Y efectivamente, aunque fue ya bastante tarde, a finales de 1995, llegó su gran oportunidad de lucimiento. Detrás de dicha aventura hubo cuatro nombres que la hicieron posible: la Warner, cediendo los derechos de los personajes, Sunsoft, que programaron la primera versión beta, Acclaim en la distribución… y unos completos extraños como Phoenix Interactive Entertainment en la imprescindible labor de desarrollo.

TRAMA:

Tanto para ilustrar, como para narrar la trama a la que vamos a hacer frente, basta tan solo una pantalla (muy trabajada, eso sí), y un escueto párrafo de texto. Ya lo adelanto, es un juego de plataformas extremadamente clásico a más no poder, y aunque no necesitaba más, también es cierto que algo más de entusiasmo, alguna animación de transición, un poquito más de contexto para que el jugador pudiese empatizar un pelín más con el protagonista o su situación… tampoco le habría hecho daño. Y de hecho, tan concisa y sobria es su presentación, que la próxima información ya la recibiremos en una muy breve y misteriosa pero simpática secuencia, en el ending. Ni siquiera entre fase y fase, algo que tampoco es tan extraño en este género, se nos brinda ninguna aclaración ni escena sobre la evolución de la odisea de Porky…o mejor dicho, del devenir de su más aterradora pesadilla.

Disfrutando del momento de anticipación, Porky ya casi puede verse a sí mismo gozando de sus más que merecidas vacaciones. Esa misma noche, tras ojear el programa, se acuesta por última vez, con su gorro y su pijama, antes de que, al día siguiente, se conviertan en realidad. Pero tan obcecado está con ellas, que tras apagar la vela de su mesita, durante su descanso, su ‘escapada’ se convierte en una dantesca, terrorífica y delirante pesadilla. En ella, tomarán parte sus peores miedos, y también sus peores enemigos. Y ahí es cuando empieza el papel del jugador. Esta aventura está claramente inspirada en uno de los cortos protagonizados por Porky y Sylvester como fue el titulado ‘Claws for Alarm’, de la serie Merrie Melodies, emitido por primera vez en el año 1959. Las referencias son más que evidentes en nombres, entornos y apariciones, aunque en este caso sin su compañero gatuno.

GRÁFICOS:

¿Qué es lo mínimo que se le debe exigir a un juego tan estrictamente basado en series de animación clásica y personajes inolvidables de estas? Al menos, un apartado gráfico que refleje y transmita toda la esencia de dichas obras, que tan gloriosas animaciones ostentaban, y tan personales dibujos nos regalaron. Encontramos ejemplos anteriores en Super Nintendo como Daffy Duck: The Marvin Missions o Bugs Bunny: Rabbit Rampage (quizá, el mejor de todos) que trasladaron de maravilla, al menos en lo visual, el universo Warner a la pantalla de nuestros televisores. En este apartado, y en la mayoría de sus vertientes, Porky Pig’s Haunted Holiday se podría decir que es uno de los más logrados, con unos gráficos muy, muy fieles en cuanto a estilo y colorido a los cartoon originales. Esta afirmación se puede comprobar en muchos frentes, por ejemplo, en sprites como el del protagonista o los enemigos, perfilados con unas líneas muy gruesas, de un tamaño respetable, y que además poseen cierta voluptuosidad que los hacen realmente agradables a la vista.

Con cierta preferencia por las líneas suaves y asimétricas, 100% dibujo animado, juega bastante bien con la paleta de la consola, ofreciéndonos fases muy diferenciadas entre sí, desde los apagados pasadizos de la mina o la lúgubre ambientación de la primera fase, pasando por los vivos colores del paseo en barca o la fase de hielo. Fijaos, concretamente, en las primeras pantallas de cada nivel, una verdadera gozada en cuanto a calidad y fotografía. Como veis, aunque el argumento así lo sugiere, no todos los escenarios están enmarcados dentro de un contexto de terror. Así, visitaremos un poblado del lejano oeste (de nombre Dry Gulch, como en el corto de dibujos), descenderemos hasta el fondo del mar o visitaremos un mundo de formas y colores de pura psicodelia, digno de la imaginación del mismísimo Salvador Dalí. Incluso escalaremos hasta la copa de un árbol, representado con un efecto rotativo muy vistoso, a la usanza de lo visto en otros títulos como Ys III: Wanderers from Ys, o Skyblazer, con un efecto brillo realmente espectacular, que enfatiza sensación 3D.

No todos están al mismo nivel, pero los fondos son aquí otro de los puntos fuertes. Contienen elementos enormes y son bastante artísticos y elegantes. Inspiran mucha profundidad, y resultan tremendamente atractivos. Lástima que no veamos más planos de scroll en ellos, aunque todos corren muy suaves. Tampoco se pueden pasar por alto las animaciones, sobre todo las de las acciones de Porky y las de algunos elementos y enemigos. Dejar un rato quieto al cerdito nos recompensará con sus refunfuños o sus muestras de canguelo. Las de los jefes finales son más acartonadas, pero compensa enormemente su grandísimo tamaño, que llega a ocupar un tercio de la pantalla. De entre las sorpresas que guarda este cartucho, lo que más me ha impresionado ha sido que, cada vez que iniciemos una partida, se producen cambios en la climatología y adornos de cada fase de forma aleatoria, lo cual nos ofrece todo un surtido de efectos, como bruma, nieve o cambios de noche / día, sin olvidar otros permanentes, como las burbujas del fondo marino o la lluvia.

SONIDO:

El test de sonido, disponible desde el principio en la pantalla de título, arroja cifras bastante meritorias: 30 temas distintos para ambientar las fases, y 48 efectos de sonido para todo tipo de movimientos. Sin embargo, al final son poco más de 20 canciones como tal, y precisamente el tema que abre el juego no suena demasiado prometedor, más bien chatarrero, tanto en el aspecto sonoro como en el compositivo. Durante el juego, podemos escuchar una miscelánea de calidades, entre temas que aportan una ambientación fantástica a las ya de por sí expresivas fases, y otras con las que, al cabo de 5 minutos, habrás bajado el volumen debido a la terrible saturación que provocan. La inmortal sintonía del final de aquellos entrañables capítulos de dibujos nos sacará una sonrisa, pese a significar el fin de nuestras vidas. Pero la que suena en el nivel del pueblo fantasma, por ejemplo, es sencillamente para ponerse a llorar. Por lo tanto, hablamos de una banda sonora un tanto irregular, creativa en cierto modo, pero que no siempre llega a funcionar bien.

En ellas, podemos reconocer una variedad más que aceptable de instrumentos, como trombones, contrabajos, órganos, violonchelos, y por supuesto, esas marimbas tan imprescindibles, que nos acercan más a las locas bandas sonoras de los dibujos. Asimismo, escucharemos varias marchas circenses, alguna referencia a grandes piezas de la música clásica, y ambientaciones oscuras y terroríficas. Como buen ejemplo de cantidad, cada final boss tiene su propia melodía, aunque sean cortas y bastante repetitivas, y también cada pantalla de entrada a los distintos niveles. Cabe destacar que la primera demo, programada por Sunsoft, tenía una banda sonora prácticamente del todo distinta a esta versión final, y mucho más extensa. Para la mayoría de acciones de nuestro héroe, se emplearon distintas notas y sonoridades de instrumentos (por ejemplo, un golpe de timbal para los impactos), dándoles así un regusto de lo más cómico a los golpes, porrazos y coscorrones que recibe nuestro héroe, así como sus gruñidos… y algún susto que se llevará a causa de ciertas risotadas malévolas. Y como no podía ser de otro modo, tampoco faltará ese tronchante That’s All Folks!

JUGABILIDAD:

En Daffy Duck: The Marvin Missions, controlábamos al mítico pato Lucas empuñando un arma. En Taz-Mania, el protagonista se embarcaba en una eterna carrera en 3D, deshaciéndose de sus enemigos a base de giros y zarpazos. Y Looney Tunes B-Ball era un simpático y desenfrenado arcade de baloncesto, y hasta hubo un juego para editar música, diseño y animaciones basado en los clásicos Looney Tunes (donde por cierto, también aparecía nuestro Porky). Sin embargo, tratándose del último juego de la franquicia aparecido en la consola, sus programadores decidieron adaptarlo a la que es quizá la mecánica más simple y accesible de entre todos ellos. Porky solo contará con su voluminoso trasero, y en el mejor de los casos, algunas frutas, para atacar a sus enemigos mientras brinca entre superficies y salientes varios. O lo que es lo mismo: un plataformas de pura cepa, 100% tradicional. Sus habilidades incluyen, además, trepar escaleras, balancearse en cuerdas colgantes dispuestas en algunas zonas, agacharse, deslizarse por las pendientes o volar cual globo si encontramos el ítem correspondiente.

Y todo ello, para bien o para mal, con un control de lo más sencillote, sin inercias raras ni misterios, bastante manejable y fiable, tanto en saltos como en caídas, aunque con algunas excepciones, como pueden ser las burbujas en la fase submarina, que nos harán arrancarnos los pelos a tirones. En cuanto a las acciones de ataque, el juego se muestra bastante permisivo con las rutinas de impacto, pero ojo con el cabezón que se gasta nuestro amigo Porky, que nos puede jugar alguna mala pasada si no calculamos bien las distancias. Determinados niveles, por sus características, condicionan un poco más la mecánica, como puede ser el teleférico, el susodicho fondo del mar, o las minas, que aparte de hacernos saltar y escalar a mansalva, nos obligarán a mantener nuestro sentido de la orientación en vilo, ya que resultan bastante laberínticas, en contraposición a la linealidad de otras fases. Algunas de ellas poseen cierta verticalidad, lo cual también las hace propensas a albergar más de un secreto en estancias ocultas, traicioneras, pero bien provechosas, aunque sin llegar a la creatividad de juegos como Addams Family.

Un buen detalle es la posibilidad de mover la cámara para adelantarnos a ciertas trampas o enemigos. Nuestro porcino héroe también deberá recolectar cupcakes y porciones de tarta para amasar puntos y conseguir más vidas, existiendo algunos patrones de recogida que nos proporcionarán agradables sorpresas. De hecho, es bastante generoso en vidas extra y corazones con los que rellenar nuestro marcador de energía, y su dificultad se podría calificar como bien moderada. Para los más aguerridos, existen 3 niveles de dificultad, que modifican aspectos como el número de enemigos y su agresividad, o los puntos de vida disponibles. En el más exigente, sí hay momentos y enemigos, como los avestruces de la quinta fase y sus lluvias de proyectiles, con los que el juego puede volverse bastante odioso. También me he topado, para mi desgracia, con algún lugar en donde podemos quedar atrapados sin remedio, si no hemos desbloqueado antes cierto objeto. Las continuaciones son infinitas, pero no existen passwords ni posibilidad de salvar partida, por lo que pasárselo todo del tirón puede hacerse algo pesado, como sucedía con el juego protagonizado por Duck Rogers.

CONCLUSIÓN:

Me encanta la aparición de Aero (la mascota de Sunsoft por aquellos tiempos) en el logo, y me intriga la dedicatoria (a la memoria de Charles Lawrence (1965-1993)) presente en los créditos. Entre medias, como digo, un plataformas puro y duro, de los de toda la vida, sin demasiados artificios en su mecánica, solamente saltos, escaleras, pisotones y algún que otro secretillo que nos alegrará la partida. ¿Es algo demasiado sencillote para ser un juego tan tardío? Pues sí. ¿Es realmente divertido? Por supuesto, y además, muy gracioso, porque una cosa no quita la otra, aunque con una habilidad media por parte del jugador, se pueda terminar en un par de tardes sin problema. Pero sobre todo, es fiel al carisma y al estilo visual de la fuente de donde proviene: aquellos maravillosos Looney Tune clásicos. Todo casa con el espíritu de la Warner, desde las letras inundadas de colorines, hasta el tono del humor, pasando (aunque no siempre) por su música.

Valorando su calidad, es imposible equipararlo a grandes titanes de esa añada, como Donkey Kong Country 2 o Yoshi's Island, pero en el ámbito de juegos de dibujos animados, se encuentra muy por encima de otras mediocridades, como Itchy & Scratchy Game o Ren & Stimpy Show: Buckeroo$. La palabra Haunted es precisamente lo que le aporta esa chicha especial, aunque no todo el juego esté ambientado en entornos de terror. Es el único juego oficial que existe con Porky como protagonista y, como era de esperar, solamente se lanzó en USA y Europa. Las referencias a otros personajes de los Looney Tunes está a la orden del día, también al corto animado que inspiró está aventura (está el hotel, está el pueblo, y están los renos con escopetas en la boca), y los cambios climatológicos le brindan cierta rejugabilidad. Seis fases largas, relativamente variadas y muy entretenidas que nos ofrecen un reto sin abusar excesivamente de nuestra paciencia. ¡Todo un plataformas ma-ma-marca ACME!

- Lo mejor del juego: Los cambios aleatorios en los escenarios en cada partida, y los fondos de estos. Sprites grandes, atractivos y fieles al espíritu original. Dificultad agradable y variedad visual.

- Lo peor del juego: A algunos su mecánica les parecerá simplona y falta de alicientes. La fase submarina, y en concreto, la prueba de las burbujas. Algunas músicas no hay por donde cogerlas.

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