Animaniacs

INTRODUCCIÓN:

Conocida prácticamente en todo el mundo, Animaniacs fue una serie de animación que gozó de un gran éxito en la década de los 90. Las alocadas aventuras de Yakko, Wakko y Dot se emitieron tanto en su país de origen como en el resto del globo, reuniendo hasta un millón de jóvenes espectadores que esperaban con ansia los nuevos capítulos de estos peculiares animales antropomorfos. No es para menos: amplias garantías de calidad precedían a la serie creada por Tom Ruegger que además estuvo producida por el gran Steven Spielberg, segunda colaboración entre este y la Warner Bros tras la también reconocida Tiny Toon Adventures. Basándose en las animaciones clásicas de Termite Terrace y Tex Avery (de las cuales un servidor es un fanático), la serie incluyó en sus guiones un humor más maduro que anteriores producciones, con ciertos toques picantes, supongo que para llegar a un abanico más amplio de público, algo que llegó a conseguir.

De esta forma, un año después de estrenarse por todo lo grande en la pantalla pequeña, el paso lógico fue su llegada al mundo de los videojuegos, y su primera parada fue, como no, nuestra amada Super Nintendo que en pleno 1994 disfrutaba de una posición ganadora en el ajetreado mundo de las consolas. Su bautismo, desde luego, hizo honor a la calidad que desprendían los dibujos animados, con un juego de gran pesaje rubricado por Konami, que en aquellos tiempos no perdonaba ni una. Un título que destacó entre el ya saturado género de las plataformas gracias a ciertos elementos distintivos y un acabado técnico que enamora a simple vista, y más a quienes fueron aficionados a la serie, reflejándola en todo su esplendor en casi todos los aspectos para regocijo del jugador. Además, la trama de la mayoría de capítulos pedía a gritos una adaptación de este nivel, y si era llevada a cabo por una de las mejores compañías de la era 16 bits, mejor que mejor.


TRAMA:

Para poneros en antecedentes, me gustaría relatar de forma concisa el argumento base en el que estaba inspirada la serie ya que es, como poco, de lo más curioso y creativo. En el año 1930 se crearon unos personajes carismáticos destinados a protagonizar las más exitosas películas y series de la época. Sin embargo, tras su nacimiento, estos tres hermanos mostraron un carácter rebelde, destructivo y descontrolado, sembrando la locura allá donde iban y sacando a relucir su aspecto más gamberro e irreverente. De esta forma, era imposible “trabajar” con ellos, por lo que se les capturó y encerró en un silo de almacenamiento para que nunca más se supiese de ellos y terminaran con aquel caos de una vez por todas… más de seis décadas hasta que, en 1993 (año de estreno de la serie, por supuesto) gracias a un golpe de suerte consiguieron ser libres de nuevo para campar a sus anchas por los gigantescos estudios de la Warner Bros.

Sin embargo, estos adorables aunque traviesos personajillos también tienen su buen corazón y, un mal día, los cánidos Pinky y Brain, dos de sus archienemigos, robaron las 24 páginas del guión de lo que iba a ser la película estrella de la compañía, liando una bien gorda. Alguien tenía que pararles los pies a estos bribonzuelos y en este punto es donde el mismísimo Tadeo Plotz, el director ejecutivo de la Warner decide, en lugar de intentar acabar con ellos como siempre, confiarles la ardua tarea de recuperar este escrito por el bien del futuro de la compañía. Básicamente, en este último párrafo os describo el argumento del juego. Como veis, al estilo de la misma serie, aquí se alterna fantasía (los personajes), con elementos que pertenecen a la realidad (la compañía, la película del estudio…). No llega a ser metaficción pura, pero sí la abraza en distintos momentos del desarrollo.

GRÁFICOS:

A primera vista, Animaniacs nos puede parecer un juego de plataformas más de los que, ya en 1994, abarrotaban el catálogo de Super Nintendo. Los juegos basados en personajes de la Warner Bros. como por ejemplo Daffy Duck: The Marvin Missions (que ya comenté en su día en el blog), Bugs Bunny: Rabbit Rampage o Porky Pig's Haunted Holiday siempre se han distinguido por ofrecer un apartado gráfico de gran calidad. En esta ocasión, los decorados alegran la vista por su multitud de elementos, su brillante colorido y su diseño, pero sobre todo, por pertenecer la mayoría de ellos a alguna escena de película de celuloide; y es que precisamente esta faceta es una de las grandes diferencias con otros juegos de plataformas. En distintas fases, observaremos atónitos cómo se han incluido múltiples planos de scroll, con un desplazamiento que funciona como la seda, creando efectos muy logrados y dando mucha profundidad a los escenarios que, además, son enormemente variados incluso dentro de las mismas fases.

Desde el Doctor Rascahuele, psicólogo de la Warner en la ficción, hasta Hola la enfermera, pasando por gran parte del elenco de personajes que formaban la serie hasta los mismos protagonistas, todos los sprites presentes en la aventura han sido cuidados al milímetro. Vemos figuras limpias, definidas y sobre todo, gustosamente animadas que son capaces de reflejar la esencia misma de la serie. El diseño de casi todo lo que vemos es espectacular, incluyendo por supuesto personajes de las películas a las que hacen referencia sus fases, como un Terminator “perruno”, un legendario pirata, el conde Drácula o el mismísimo dragón Fújur de La Historia Interminable, una de mis películas favoritas de todos los tiempos, detalle con el que el juego me ha cautivado de por vida. Por algo la aventura transcurre en unos estudios cinematográficos, con guiños constantes a grandes clásicos. El juego tira de recursos bastante clásicos para plasmar la esencia del dibujo a mano, aunque también podemos encontrar alguna gran sorpresa en forma de Modo 7.

Como digo, las animaciones son una auténtica delicia. Los personajes cobran vida de una forma bastante espectacular gracias a movimientos lúcidos y dinámicos lo que unido a sus colores intensos les hace brillar. Tan solo los protagonistas, curiosamente, están formados en blanco y negro. Visitaremos cuatro fases principales y alguna secundaria, todas ellas conceptuales: Ciencia ficción, aventuras, acuática y fantasía. El espectro de colores con las que se les dotó parece no tener fin, con increíbles degradados, cientos de colores simultáneos y una personalidad que las distingue totalmente. Destacar los fondos del bosque (tributo al Pitfall, sin duda alguna), la parte a lomos del dragón y el descenso en vagoneta, donde quedaremos alucinados con la escena en la que nuestros traviesos amigos pasan por delante de la luna al más puro estilo E.T. Hacia el final, una sorpresa encantadora: un fondo de cuenta atrás en blanco y negro con un impacto visual que es pura originalidad. Cada paso que damos es prácticamente una maravillosa sorpresa.

SONIDO:

Especialmente delicada es una conversión de serie de dibujos animados a consola (y más todavía de la Warner) no solamente por los gráficos, sino también por su aspectos sonoro, tanto banda sonora como efectos de sonido. Recordemos que la música original de la serie fue escrita por seis compositores e interpretada por una orquesta de 35 piezas, ahí es nada, un verdadero reto de fuerza incluso para el mágico chip SPC-700 de nuestra consola favorita. Pero solamente con escuchar la melodía de la pantalla de título quedaremos convencidos al 100%. No solamente se ha imprimido en ella todo el buen humor, la chispa y el espíritu de la serie original, sino que además toda la instrumentación suena para chuparse los dedos, y nos hará casi bailar de gusto, lo que se puede extender a cada una de las aproximadamente treinta con las que nos toparemos. Automáticamente, nuestro oído va a transportar a nuestra mente a aquellos dibujos que tanto nos hacían reír con su humor absurdo y sus gags tronchantes.

En todas se aprecia un esmero meticuloso. Todas tienen una base sinfónica con muchas piezas sonando simultáneamente en un delirio de colorido musical y excelente ambientación, tanto para las fases más frenéticas como para aquellas en las que es recomendable ir pasito a pasito, con guiños descarados a Star Wars, Indiana Jones o a esas grandes fortalezas del cine. Insisto en que vale la pena degustarlas, porque son para paladares exquisitos en cuanto a composición y realización. Una vez más, los ocho canales de audio de la consola son exprimidos por la compañía japonesa, con melodías de una fidelidad apabullante en clarinetes, trombones, marimbas y acordeones. Una lástima que no se haya incluido en el test de sonido también los FX, que gozan igualmente de una originalidad y calidad por encima de la media. Las onomatopeyas de los enemigos, lanzamientos, destroce de cajas, chapoteos, caídas, coger ítems… nada suena a reciclado ni a obsoleto, e inundan de luminosidad las aventuras de los Animaniacs.

JUGABILIDAD:

Nuestros amigos pueden saltar, correr, coger objetos en determinados momentos y lo más interesante, ayudarse mutuamente siempre que estén al menos dos disponibles para llegar más alto y más lejos formando una torre. Es una de las particularidades de la mecánica del juego… porque no todo consiste en terminar el nivel y pasar al siguiente. Podemos enfocar de esta forma la aventura, sí, pero nos dejaremos por el camino el objetivo principal del argumento: las 24 páginas del guión que hay escondidas en sus cuatro fases. Solamente de esta forma accederemos a ver el verdadero final del juego. Aun así, tampoco es un juego que sea aconsejable jugar a lo loco, como sucede en otros. Cada fase está subdividida en varios niveles, y se podría decir que cada sub-nivel nos presenta varios retos a superar. Todos ellos están diseñados con una minuciosidad que, a la larga, nos obligarán a conocer cada rincón de cada fase al dedillo, o perderemos vidas y continuaciones a buen ritmo.

No es que estemos hablando de una dificultad desbordada, pero sí muy bien calculada para hacernos la puñeta de lo lindo. Al final, todas las fases acaban equilibrándose en este sentido, con niveles más pesados y otros más sencillos muy bien repartidos, con lo que el apartado en este sentido está muy bien ejecutado, prometiéndonos una larga serie de ensayos prueba-error hasta dominar por completo los extensos niveles. Y es que cuatro fases pueden sonar a poco, pero no son pan comido y además son muy largas, con jefes finales incluidos que nos harán sudar tinta para cogerles el tranquillo a sus patrones. Deberemos tener gran precisión a la hora de ejecutar las acciones porque el juego rara vez perdona. Por otra parte (y por suerte) tenemos un control exquisito sobre nuestros protagonistas, tremendamente manejables, con unas rutinas de saltos excelentes y un sistema bastante particular a la hora de movernos en vertical. Tal vez esto sea lo que más nos cueste dominar.

Y es que, por decirlo de alguna forma, a la hora desplazarnos para subir o bajar, el juego funciona por “planos” que no se ven pero que limitan los movimientos. Por ejemplo, al ejecutar un salto, solamente nos podremos mover por el aire un plano arriba o abajo, y el control aquí es bastante sensible, por lo que más vale aprender a ser firme a la hora de pulsar la cruceta o terminaremos cayendo por un precipicio o empotrándonos contra algún enemigo. Y el ritmo muchas veces no lo ponemos nosotros, sino el scroll implacable que amenaza con dejar fuera de la pantalla a nuestros animalitos, y que alcanza velocidades de vértigo en fases como la de las escobas voladoras. Incluso se nos ponen trabas como controles invertidos o se nos obliga a machacar botones a toda velocidad. Si perdemos a un compañero, siempre lo podremos rescatar en el tanque de agua para asegurarnos más oportunidades y, en el mapa general, podremos conseguir algún que otro extra como si de un minijuego con recuerdos al Pacman se tratara.

CONCLUSIÓN:

Aunque a simple vista el concepto parezca de corta duración, es prácticamente imposible terminar Animaniacs en una sola tarde. Su mecánica casi nos fuerza a conocer de memoria cada obstáculo y memorizar el timing de cada salto. Pero gracias a su impecable banda sonora, con la que vamos a disfrutar de lo lindo, y con su divertido y constante ritmo, esto va a ser lo de menos ya que nos costará apartarnos del mando en cuanto dominemos los pormenores del control. El espíritu de los Animaniacs no podría estar mejor representado que en este cartucho. Su radiante humor y sus toques ácidos están presentes con mucha sutileza: se nota que han pensado seriamente en quienes somos o fuimos espectadores de la obra original, porque captura increíblemente su esencia. Existen cerca de una decena de videojuegos basados en esta serie, pero el primero de ellos tuvo que aterrizar en Super Nintendo con gran éxito.

Por supuesto, sabiendo que Konami está detrás de todo esto hace más entendible su gran calidad general. A nivel compositivo, Tomoya Tomita, autor entre otras joyas de las OST de Castlevania: Vampire’s Kiss, Gambare Goemon 2, 3 y 4 o Pop’n Twin Bee vuelve a salirse con un ingenio rebosante que nos hará volver a los cartoons de los 90 en todas sus canciones. Y los guiños a las grandes películas de la historia de los 80 son un añadido espeialmente atractivo para los cinéfilos, siempre en clave de humor. Ese Alien con cabeza de berenjena o el King Kong mecánico de la fase de aventuras son dignos de ser superados una y otra vez. Además, la consecución de todas las hojas del guión (que están escondidas, y mucho…) confiere a este título una gran rejugabilidad y de esta forma, cuando ya lo dominemos enteramente, podremos centrarnos en descubrir sus entradas secretas, sus repisas escondidas, esas monedas inalcanzables… Aquí hay Animaniacs para unas cuantas horas.

- Lo Mejor del Juego: Técnicamente es un soplo de aire fresco, colorido explosivo y una banda sonora que nos hará vibrar. Los guiños al cine. Las animaciones, fantásticas como manda la tradición. El sentido del humor de la serie, perfectamente plasmado.

- Lo Peor del Juego: Al continuar, lo haces con un solo personaje. Cambiar de plano en los saltos puede ser demasiado rígido. Algunas páginas están absurdamente escondidas. Los passwords son algo engorrosos.