Spriggan Powered

INTRODUCCIÓN:

Mechas, disparos y Super Nintendo con las ideas claras, una visión atractiva y una realización correcta puede ser un trío de conceptos que da mucho de sí. En la consola de Nintendo podemos encontrar muchos ejemplos (sin ir más lejos, el censurado pero fantástico Super Probotector), especialmente en aquellos provenientes del país del sol naciente, donde estas creaciones robóticas gozaban (y siguen haciéndolo) de una gran popularidad. Tenemos grandes series, como la formada por Cybernator / MetalWarrior o también la saga Mechwarriors. Pero concretando todavía más, yéndonos al terreno de los shoot’em-up puros y duros que muestren a robots como personajes protagonistas que se desplazan volando, ya se me ocurren muy pocos nombres, como Choujikuu Yousai Macross - Scrambled Valkyrie, el imprescindible Imperium y por supuesto, el juego que nos ocupa, Spriggan Powered, que al igual que el primero citado, solo vio la luz en Japón y nada menos que en el año 1996.

Un año en el que la trayectoria de Super Nintendo empezaba a acusar la decadencia en el ritmo de lanzamientos, pero por otra parte, una época en la que las características técnicas de la consola ya estaban plenamente explotadas y surgían auténticas joyas que desafortunadamente cayeron en el olvido por no haber salido en el momento más oportuno. No diría tanto como que este Spriggan Power es una de ellas, pero en ciertos aspectos técnicos, muy pocos títulos de este género en la consola pueden hacerle sombra. Estamos ante un videojuego, de hecho, con grandes claroscuros muy contrastados, aclamado y criticado negativamente a partes casi iguales. Bastante desconocido para el gran público debido a su limitada distribución y su aparición tardía, creo sin embargo que todo fan de los shoot’em-up debería darle una oportunidad, pues tiene muchos aspectos interesantes y resulta un reto de lo más encarnizado, a parte de un auténtico placer para la vista.


TRAMA:

Es la tercera y última entrega de la saga Spriggan para consola. Hasta el momento en que lo escogí para jugármelo y escribir la presente review, ni siquiera sabía de la existencia de un manga llamado Spriggan, que se editó durante ocho años hasta 1996, curiosamente el año en que fue lanzado este título en Super Famicom. Dichas publicaciones tratan sobre una antigua civilización y su extinción que dejaron unos misteriosos mensajes y artefactos desconocidos para ser utilizados por generaciones venideras. De forma secreta, varias asociaciones militares del gobierno investigarán en un futuro dichos mensajes secretos y buscaran los misteriosos objetos para usarlos en beneficio propio. También se define un Spriggan como una unidad de la división de la armada ARCAM, agentes especiales reclutados para trabajos militares en territorio hostil de forma secreta. Y uno de ellos es, el protagonista de este juego, un cyborg con el poder de transformarse a voluntad en una nave armada hasta los dientes.

Pero en lo que respecta al plot o trama de este Spriggan Powered en particular, muy poco o nada sabemos directamente por él mismo, ya que es un producto 100% japonés y además no tiene intro, y el ending está en perfecto kanji. Tampoco he podido conseguir scans del manual original para intentar traducirlos, aunque una cosa está clara: esta entrega no tiene absolutamente ningún vínculo con el manga original de Hiroshi Takashige y Ryōji Minagawa, conocido en Norteamérica como Striker, cosa que no sucedía con las dos anteriores, aparecidas para la máquina PC Engine en Japón, que sí guardaban ciertas similitudes con el guión en el que se inspiraron. Por desgracia, este último capítulo hecho videojuego siempre estará a la sombra de los dos primeros en cuanto a calidad general y personalidad, ya que fueron dos obras muy valoradas y sobre todo mucho más conocidas que esta.

GRÁFICOS:

Creo que la gran mayoría de los que lo conocemos estaremos de acuerdo en que Spriggan Powered tiene en este apartado una de sus mayores bazas. Ver cualquiera de las pantallas de juego ya debería suponer un atractivo irresistible. Y es que gráficamente es, en conjunto y salvando detalles que se podrían haber mejorado o adaptado mejor, absolutamente brillante. De hecho, como dije antes, se nota que forma parte de los últimos lanzamientos para la consola ya que hace un uso espléndido de distintas herramientas y recursos de Super Famicom que funcionan a la perfección. La primera de ellas y tal vez la más vistosa de todas es el siempre bienvenido Modo 7, que se transforma en el rey absoluto de la primera fase, dotando al fondo de una personalidad que son palabras mayores, con un movimiento de rotación continuo que da sensación de 3D con una fluidez impecable y sin repeticiones, todo es un devenir continuo de rocas, praderas y riachuelos con un colorido muy exaltado, muy intenso, que desemboca en una impresionante (de verdad) cascada con un nivel de detalle en su animación que casi parece sacado de una recreativa o de una generación de consolas posterior.

Y creedme, no exagero, juzgad por vosotros mismos, y aviso desde ya que las capturas no reflejan su belleza al 100%. Hace falta ver las animaciones. En la segunda fase, siguiendo la ruta que marca el juego, encontramos, tras una avalancha de nubes en el fondo, unos segundos que nos muestran una zona limpia, despejada, con un precioso destello y destacando el azul profundo del cielo junto a una minúscula pero bien hecha animación. Y es tan solo un momento fugaz que sin embargo, se quedará fundido a nuestra retina. Ahí os podéis seguir haciendo a la idea del nivel de cuidado que se puso en cada detalle gráfico. También es de justicia decir que conforme pasan las fases, los entornos se vuelven más típicos y diría que menos inspirados, aunque siguen funcionando a las mil maravillas. En el que no encontramos varios planos de scroll, nos topamos con una gran profundidad, o con la oscuridad más absoluta en la que tan solo veremos a nuestro personaje rodeado por un pequeño círculo de luz.

El scroll es rápido y por lo tanto, la acción más frenética, aunque cuando varios sprites, con sus decenas de disparos correspondientes invaden la pantalla al mismo tiempo, se producen notables ralentizaciones que pueden afectar al transcurso normal de la partida. Y vamos ahora con uno de los aspectos más criticados del juego: los sprites. Con tanto lujo técnico, los desarrolladores pensaron que añadir enemigos y elementos pre-renderizados sería ya la “repera”. La introducción queda de lo más espectacular, mostrando una animación increíblemente fluida, personajes enormes y lo más llamativo, todo ello con un rendering muy suave. Aunque dicha estética no haya envejecido del todo bien, en su día sí que tuvo un carácter innovador. El mayor problema lo encontramos en el diseño de los enemigos. El del protagonista es detallado y definido, pero el de sus contrincantes es una debacle gráfica, sin apenas detalles, sin personalidad y excesivamente toscos y oscuros, algo que llega a ensuciar el resultado final que podría haber sido de lo mejorcito a lo que se habría dado vida en Super Famicom.

SONIDO:

Aunque conserva muchas inclinaciones típicas del género en lo que a composición se refiere, la banda sonora de Spriggan Powered va un paso más allá. Al igual que la oscura carátula no es demasiado representativa de lo que encontraremos en el juego a nivel gráfico, siendo este mucho más alegre y colorista, de su banda sonora se puede decir lo contrario, muestra mucha afinidad con este último apartado. Encajan perfectamente en el género shoot’em-up galáctico al que pertenece, tienen ese halo mecánico y espacial que les sienta tan bien, pero al mismo tiempo sus melodías salen a flote mucho más que en otros títulos de corte similar, como Super Aleste. Si bien en la mayoría de temas encontramos un bajo prominente y electrónico, imitando la técnica “slap”, no es el principal dominante: lo es la melodía central. Claro que hay un poco de todo. Desde algunas que le vendrían que ni pintadas a algún juego de plataformas hasta otras en donde la complejidad se hace la dueña, con ritmos casi progresivos, muy elaborados y cambiantes.

Me ha sorprendido que ninguna de las composiciones se repite en todo el juego, ni siquiera las de los final boss. Cada uno tiene la suya propia, incluso los de mitad de fase gozan de su propio acompañamiento aunque tan solo sea durante unos segundos. Algunos sonidos mecánicos empleados en su realización sí recuerdan a otros juegos y en general el sonido podría haber estado más pulido. Solo unas pocas resultan demasiado monótonas, del resto podremos disfrutar plenamente en toda su duración… si es que los continuos ataques y la atención que requiere la concentración para esquivarlos nos dejan desconectar y fijarnos en ellas. En los momentos más tensos (léase, al final de cada fase) es cuando se vuelven más rápidas y recargadas para ponernos de los nervios, como por ejemplo la de la enorme nave que hace las veces de jefe final en la cuarta fase. Lo que apenas destaca es su elenco de efectos sonoros. Muy apagados, les falta definición y potencia para convencernos del todo de que estamos en medio de una batalla campal con decenas de explosiones a nuestro alrededor.

JUGABILIDAD:

Supongo que aquellos más avezados en este género, acostumbrados a todo tipo de torturas por parte de los juegos del género, no estarán de acuerdo, pero para mí Spriggan Powered es un juego superior a la media en cuanto a dificultad. En el nivel fácil resulta un juego asequible, condescendiente y de corta duración, pero en el normal, la cosa ya se complica hasta límites insospechados. El salto es muy marcado, y las zonas por las que podíamos pasar de forma discreta se vuelven un auténtico infierno con muchos más enemigos por centímetro cuadrado, más hábiles, rápidos y resistentes que, en las fases más avanzadas, nos harán la vida imposible, en especial algunos bosses que disparan desde todos los ángulos posibles. El nivel difícil es algo que, sencillamente, se escapa a mis aptitudes con los juegos de disparo y el Super (desbloqueable a través de un truco que el propio juego nos cede al terminarlo en los primeros niveles de dificultad)… no creo que haya ser humano capaz de terminarlo con las esmirriadas dos vidas y apenas dos créditos que se nos conceden como máximo, dificultad desmesurada que lo hace prácticamente en injugable.

El manejo de nuestro Spriggan es bastante bueno, se deja dominar y responde muy bien a la cruceta, pero le veo un pequeño problema: su tamaño es excesivo, y a causa de ello, se nos hará harto complicado esquivar las municiones que nos lanzan, todo y que la detección de impactos es muy precisa. Tanto, de hecho, que existe la posibilidad de ganar puntos extra arriesgándonos a pasar muy cerca de los disparos, casi rozandolos. En ese momento, aparecerá en pantalla la palabra Tech, que se reportará en forma de bonus en el recuento al final de cada fase, aunque, francamente… creo que no vale la pena a no ser que tengas una habilidad monstruosa para este tipo de hazañas. Si bien en las primeras fases nos enfrentaremos a naves muy básicas y débiles, en las últimas se amontonarán en pantalla varios engendros simultáneamente que requieren de varias ráfagas concentradas para ser derribados. Y es en estos momentos cuando el juego acusa marcadas ralentizaciones, que por una parte nos ayudarán a esquivar con más tranquilidad, pero por otra resultan lamentables ya que se suceden con más frecuencia de la que nos gustaría y dificultan el control.

A parte de estas hordas enemigas, el juego guarda algunos trucos en la manga de muy mal gusto. En la cuarta fase, si no la conocemos al dedillo, seremos pasto de las rocas cuando el scroll nos conduzca sin remedio a un callejón sin salida y la consiguiente pérdida de una vida. En la tercera, las balas son casi del mismo color que el cielo crepuscular, y caeremos sin saber qué nos ha matado en muchas ocasiones. Y en la última, el techo y el suelo nos aplastarán de una forma absolutamente despiadada. Así sucesivamente. Por suerte, nuestro guerrero aeroespacial cuenta con una ventaja añadida: su escudo. Una barra en la parte superior derecha de la pantalla nos indicará durante cuánto tiempo podemos usarlo pulsando el botón A, y al mismo tiempo dicho medidor se puede invertir en cargar los ataques especiales de cada uno de los cuatro disparos distintos que dejarán caer los enemigos. Dominar ambas habilidades es algo totalmente fundamental para llevar la aventura a buen puerto, haciendo uso responsable de la protección y guardando la energía de los ataques especiales para los jefes finales.

CONCLUSIÓN:

Si las dos primeras partes de esta mini-saga fueron creadas por Compile, fue Micronics la encargada de introducir la tercera parte en Super Famicom, en Japón, de donde nunca salió. Esta compañía, de muy dudosa reputación al haber destrozado sistemáticamente varios clásicos de recreativa en sus respectivas conversiones a Nes / Famicom, hizo sorprendentemente uno de sus mejores trabajos con este Spriggan Powered. Un Shoot’em-up con algunos aspectos realmente brillantes que, sin embargo, no logró alcanzar las expectativas y estar a la altura de Seirei Senshi Spriggan y Spriggan Mark 2: Re Terraform Project, sus predecesores en PC Engine, reservados también al público japonés en exclusiva. Además, poco o nada tiene que ver con el manga original, y desconocemos su argumento por completo, salvo que el objetivo final es terminar definitivamente con el archí-enemigo de nuestro héroe, un(a) androide que parece una fusión de Megaman Zero y algún personaje sacado del Robo Galaxy.

Por lo demás, es una obra perfectamente disfrutable, no demasiado larga pero muy intensa hasta el punto en que nos dolerán los dedos (yo he tenido que descansar en algún que otro momento para descansar la mano). El nivel de dificultad fácil e incluso el normal son relativamente asequibles / sensatos, pero a partir de ahí la cosa se va de las manos hasta convertirse en una auténtica locura reservada solo para los más hábiles. Quitando el penoso diseño de algunos enemigos y su poca cohesión con el entorno, técnicamente es un cartucho bastante destacable que emplea muchos efectos especiales y nos brinda unos fondos maravillosos y sorprendentes que son un verdadero regalo para la vista, junto a una música equilibrada que, sin ser la panacea, posee cambios y un ritmo muy adaptado al nivel de acción que se nos propone y, además, podemos disfrutar de ella a través del test sonoro que se incluye en las opciones de la pantalla de título.

- Lo Mejor del Juego: Acción frenética sin descanso. Algunos fondos parecen de 32 bits. El escudo y los ataques especiales no son conceptos nuevos, pero si muy interesantes. El tamaño de los final boss.

- Lo Peor del Juego: Su desbocada dificultad en los niveles Hard y Super. El renderizado le sienta bien solo a medias. Los efectos sonoros: poco inspirados. Varias ralentizaciones entorpecen el control. Carece de argumento.