Uno de los protagonistas de aquellas inolvidables y divertidas mañanas en las que ver los dibujos de la Warner en la televisión era algo casi sagrado es el héroe de esta aventura llamada Daffy Duck: The Marvin Missions. De aquello hace ya muchísimos años, cuando los dibujos animados aun tenían gracia. Movido en parte por el factor nostalgia y en parte por el precio del cartucho, decidí en su día comprarlo (creo que fue en un Continente) por ver si conseguía mantener la esencia de aquellos fantásticos capítulos de dibujos y proporcionarme el mismo nivel de diversión en mi Super Nintendo, por aquel tiempo en pleno auge. Lo cierto es que en un primer contacto no todo fue como esperaba. El control sobre el pato Lucas (o mejor dicho, sobre su alter-ego Duck Dodgers) resultó mucho más complicado que en la media de juegos de este estilo y la dificultad bastante elevada.
Sin embargo, pasado un largo tiempo, retomé la aventura y fue cuando definitivamente le encontré la gracia. De hecho, resultó ser tan adictivo que, en una época donde todavía mis padres controlaban el tiempo que pasaba delante de la consola, marcharon de viaje y me levantaba cada día a las 6 de la mañana tan solo para poder pasar el máximo tiempo posible saltando de plataforma en plataforma, avanzando fases y cargándome al mayor número de marcianos, robots y enemigos varios de la época futurista en que se desarrolla. Y me costó tanto sudor llegar hasta el final, que este juego quedó en un oscuro rincón del cajón hasta hoy día, cuando he decidido recuperarlo para mostrar aquí sus defectos y virtudes.TRAMA:
Como en todas las aventuras de Duck Dodgers que vimos por la tele hace tanto tiempo, no es difícil deducir que el desarrollo se ambienta en una época futurista, más concretamente en el siglo 24 y medio, como se indica en los diarios que aparecen cada vez que terminamos una fase de las 5 que consta el juego, divididas a su vez estas en cuatro pantallas cada una. Tampoco es extraño que hablemos de su archienemigo el odioso marciano Marvin, como ya lo era en la serie de dibujos. Este le ha preparado a Duck toda una legión de enemigos de lo más estrafalario para que detengan su avance a base de rayos laser, escopetas de protones y enormes máquinas que hacen las veces de final boss.
Con todo esto, Marvin tratará de asegurarse de que el dichoso pato no arruine sus planes, que son su verdadero objetivo. Y este no es otro que cargar, una vez más, contra la tierra a la que quiere convertir en miniatura, secuestrar a todos sus políticos (lo que visto a día de hoy tampoco es tan mala idea jeje) y finalmente, hacerla pedazos con su gigantesco modulador de rayos. Y de ahí, a por toda la galaxia. Pero nuestro héroe no está por la labor de permitírselo y con la ayuda de su siempre fiel Porky que en la serie televisiva siempre le acababa sacando de apuros, aunque el mérito siempre se lo llevara el protagonista.GRÁFICOS:
Un punto a favor del juego son las animaciones, un aspecto que si se hubiese descuidado sabiendo que el personaje está sacado de una serie animada habría sido una catástrofe. Por suerte no ha sido así y el pato Lucas continúa más vivo que nunca en este cartucho, conservando su gracia al saltar, el retroceso al disparar su arma, esa atenta expresión de constante peligro en la mirada e incluso ese arrebato de locura que es su ataque especial, golpeando y aniquilando todo lo que aparece en pantalla. Todas son de gran calidad, incluyendo las de los enemigos, aunque estás no estén al mismo nivel de elaboración.
El espíritu de la Warner está presente en cada pixel. Incluso en algún lugar de la última fase, cerca ya de vernos las caras con nuestro mortal enemigo, nos encontraremos con un cameo de distintas estrellas de la compañía como Yosemite Sam o el Coyote. Aunque algunos de los final bosses no estén extraídos directamente de la serie original, tienen gran tamaño y buen diseño y son muy entretenidos una vez que se les ha cogido el tranquillo.SONIDO:
Una especie de marcha militar nos acompaña mientras hacemos las pertinentes compras antes de encarar la siguiente misión. Y por supuesto, no podría haber mejor introducción para el juego y para las fases que la clásica y añorada melodía “The Merry-Go-Round Broke Down” de aquellos inolvidables y nostálgicos cartoon que tanto nos hacían reír. Muchas se pueden llegar a hacer un tanto repetitivas en fases largas como la última, pero al final siempre desembocará en la original melodía que aparece una vez estemos frente a frente con el jefe correspondiente.JUGABILIDAD:
muestran con claridad el camino a seguir y lo deja todo en manos de nuestra intuición. El scroll en ocasiones también nos jugará una mala pasada y nos impedirá ver de forma razonable el supuesto obstáculo o plataforma de la que depende nuestra supervivencia. Sin embargo, podemos tomarnos de dos formas la aventura. Una de ellas es ir a por todas, recoger todas las vidas extra, continuaciones, armas… (que obviamente es la más interesante) y la otra será ir a muerte con el único pensamiento de encontrar la salida por la vía rápida.
La dificultad no solo estriba en machacar enemigos y saltar de repisa en repisa (porqué, aunque tal vez no lo parezca, Daffy Duck: The Marvin Missions es un juego casi totalmente plataformero más que shoot’em up) sino también en racionar la munición y saber elegir para cada situación el arma adecuada de entre las 6 que podremos comprar / encontrar. Ni podemos matar a un final boss con nuestra endeble arma principal (de infinita munición, por cierto) ni tampoco usar a lo loco la destructiva pistola de CONCLUSIÓN:
Coge tu silla habitual, asegúrate de tener la tarde libre y, ya puestos, un bowl lleno de palomitas pero esta vez, en lugar de divertirte con los dibujos de la Warner, para detener a Marvin en una aventura en la que nosotros mismos controlaremos a Daffy Duck. Si su control inicial te desespera, no tires la toalla y dedícale unas pocas horas más, acabarás dándote cuenta de que su poder de adicción es mayor del que en un primer momento pensaste. El destino de la galaxia está en tus manos y en las del ayudante Porky, que por cierto solo da la cara en la entretenida secuencia del final.
Aprende a usar el jet pack con cuidado para descubrir habitaciones secretas y con ello aumentar tus posibilidades de derrotar al maquiavélico Marvin en su empeño por reducir a pedacitos nuestro ya de por sí maltrecho planeta. Quizá no llegue a tener los asombrosos gráficos de uno de sus predecesores Bugs Bunny Rabbit Rampage o un control más estable como en Tiny Toon Adventures de la misma consola, pero conserva la esencia y ambientación futurista que siempre ha rodeado a este alocado personaje de la Warner que a buen seguro nos traerá grandes recuerdos a los más creciditos.- Lo Mejor Del Juego: La gran cantidad de estancias secretas que tiene a lo largo de sus cinco fases. El diseño gráfico y algunas melodías son fieles a la esencia original, conservando su sentido del humor.
- Lo Peor Del Juego: El retroceso de nuestra arma y la complicada física del jet pack y algunas fases (como la acuática) pueden hacer la tarea más complicada de lo normal.

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Más que adictiva, como lo es ir superando fases en este juego, la música se merece más bien el adjetivo de entretenida. Aunque en ciertos momentos nos alegra los oidos junto a los originales efectos sonoros con melodías de corte jazz que se asemejan mucho a las que podíamos escuchar en la serie televisiva.
1.- Duck Dodgers on Ice: Tanto salto, subida, bajada... pueden volverte un poco loco y esta música no es precisamente la adecuada para darte paz de espíritu; es tensa e incluso puede volverse agobiante. Sin embargo, escuchándola friamente fuera del juego vemos que es un tema virtuoso y muy bien compuesto, solo hay que fijarse en su linea de bajo.
2.- The Incredible Shrinking Duck: Otro tema rebosante de jazz y virtuosismo, de lo mejorcito del juego. La cantidad de instrumentos que suenan en él lo hacen de forma totalmente acompasada y con una calidad excelente, recordando una vez más a cualquier episodio de animación. Los aficionados a este estilo serán los que más disfruten.
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