Super Mario All-Stars (Super Mario Bros)

INTRODUCCIÓN:
Estaba claro que, tarde o temprano, tendría que aparecer por aquí. Cuando Super Nintendo cumplía su tercer aniversario, la genialidad de Nintendo volvió a dar sus frutos, escuchando las plegarias de todos aquellos jugadores que ya conocían Super Mario World palmo a palmo y pedían a gritos nuevas aventuras del fontanero más famoso del mundo, pero también las peticiones de aquellos que querían rememorar varias aventuras del bigotudo que les acompañaron en su inmediata juventud. Todavía faltaba mucho tiempo para que la segunda entrega de Super Mario World viera la luz. ¿Qué ofrecer, entonces? Pues tan sencillo como sorprendente, Nintendo sacó a la venta Super Mario All-Stars, un cartucho recopilatorio que aglomeraba en tan solo 16 megas los cuatro primeros juegos de Mario dentro de las plataformas puras y duras, esos que tantas alegrías dieron a los usuarios de la consola NES, pero obviamente, con muchos añadidos que les dieron una segunda vida.

La idea primera fue analizar este cartucho como si de un todo se tratase, como de un concepto global… pero más tarde, pensándolo mejor, me pareció injusto no desmenuzar cuidadosamente cada uno de los juegos contenidos, ya que cada uno de ellos es más que digno de merecer una review dedicada y, en cualquier caso, hay muchísimo que contar de cada uno, ya no solo respecto a su valor como juego atendiendo a sus virtudes originales, sino en tanto al lavado de cara que cada uno de ellos se ha llevado. Donde más salta a la vista esta remodelación es en el mitiquísimo Super Mario Bros, que en la gran mayoría de sus apartados salió ganando en la conversión a 16 bits, en la que se aprovecharon todos los adelantos y ventajas técnicas de la consola pero al mismo tiempo se hizo un gran esfuerzo por no modificar los elementos fundamentales que dieron al juego su inconmensurable personalidad.

TRAMA:

Pocas tramas se pueden imaginar tan sencillas como la de Super Mario Bros, pero al mismo tiempo, poco más le hacía falta a un juego de plataformas como este para motivar al jugador a seguir avanzando, e incluso algunas de sus frases han pasado ya a los anales de la historia de los videojuegos como esa célebre “Thank you Mario! But our princess is in another castle” que tantas y tantas veces leímos, ansiosos de que por fin llegara el momento en que nuestro héroe diera con la princesa. Y es que alrededor de todo esto se creó un gran mito que sentó unas cuantas bases y consolidó a algunos personajes que repetirían junto a Mario en decenas de aventuras posteriores. En este sentido, nada ha cambiado con este remake para Super Nintendo. Seguimos pudiendo controlar a Luigi con el mando del segundo jugador y tanto los amigos, como enemigos, y el objetivo final siguen siendo tan sencillos de comprender como difíciles de alcanzar.

Así pues, el juego nos retrae a un escenario fantástico, lleno de luz, alegría y color, es decir, 100% Nintendo. En el Reino Champiñón, todo transcurre tranquilamente y sus habitantes, los Toad, una tribu de seres con aspecto de champiñón, no son conscientes del peligro que está a punto de caer sobre ellos. El malvado Bowser, rey de las tortugas, ha reclutado a un poderoso ejército de súbditos (tortugas malignas, pero también hongos venenosos y todo tipo de seres infernales) para poner fin a esta quietud. Su principal acción es transformar a todo objeto y ser viviente del pacífico reino en rocas, bloques y plantas. Un plan monstruoso que tendrá como objetivo final secuestrar a la princesa Peach, la última hija del gobernador del condado, y mantenerla presa, que a su vez es la única persona que cuenta con la habilidad y conocimiento para revertir el cruel hechizo que Bowser arrojado.

GRÁFICOS:

Muchos de los sprites que aparecieron en este primer Super Mario Bros estuvieron claramente influenciados por la primera entrega en donde Mario adquirió su verdadera fama de caza tortugas (aunque es mi animal favorito no le guardo rencor jeje) y descubrimos a su hermano menor Luigi y su atuendo verde: el Mario Bros que apareció en formato arcade en el año 1983 por el gran padre Shigeru Miyamoto. Aquí, objetos como las tortugas, las monedas y los bloques ya se presentaban, aunque de forma muy primitiva, como elementos característicos que dotaban al juego de una personalidad y un modo de juego único. El juego cosechó un éxito relativo, muy por debajo de Donkey Kong (1981) que fue donde verdaderamente Mario hizo su entrada triunfal en el mundo de los videojuegos, actuando incluso como enemigo en la segunda parte de este último por primera y última vez. Las complicaciones técnicas que surgieron, aunque irrisorias a día de hoy, eran escollos que los programadores superaron con gran inteligencia, como el hecho de vestir a Mario y a Luigi con una gorra.

Pasemos ya directamente al año 1985, cuando Super Mario Bros vio la luz. Al contrario que su antecesor, la exclusividad con que Nintendo lo trató supuso que no hubiese apenas conversiones a otros sistemas, y forzosamente había que ser propietario de una NES para poder vacilar a tus amigos. Jugamos a Super Mario Bros en una perspectiva lateral, con scroll hacia la derecha y con todo el ancho y alto de la pantalla disponibles. Esto ya de por sí supondría toda una revolución para el mundo de las plataformas, a partir de la cual se crearían gran cantidad de clones pero sin la misma chispa. Su particular universo se alejaba de las temáticas de otros, mostrando surrealistas (y en realidad bastante lisérgicos…) mundos donde setas, peces voladores, trampolines y tuberías con secretos coexisten con estructuras de bloques por donde nuestro amigo debe moverse. En la versión original, la escasez de colores fue compensada por unos fondos que creaban ambientación, varios tipos distintos de fases y distintos sprites para las estructuras básicas de cada nivel.

Pero como era de esperar, su conversión a un sistema ampliamente superior llenó de un brillo extra toda esta producción. A nivel estético es donde más se aprecia el gran cambio. Ahora los fondos, aunque se respeta su calidez y esquema, lucían con un colorido exuberante, degradados y muchísimos detalles, como estrellas y unos diseños mucho más suaves y elegantes de las nubes sin perder ese aire de simpatía marca de la casa, incluso todos los niveles tenían ahora su propio fondo donde en la versión NES solamente existía el negro omnipresente. Se quiso optar por un estilo que tendía más hacia el Super Mario World aparecido unos años antes, con enemigos más bonitos y mejor animados, al igual que por supuesto sucedió con el propio sprite de Mario, más acorde con los tiempos que corrían. Mención especial para las fases nocturnas como la 3 y la 6, los efectos Ghost Layering en las submarinas o el efecto de los relámpagos en las últimas áreas de cada mundo que te dejan atónito. Aunque a simple vista puedan parecer cambios mínimos, comparando ambas versiones vemos que la mejora es abismal.

SONIDO:

El juego original para NES incluía tan solo cuatro melodías principales. En aquellos tiempos, nos dábamos más que por satisfechos con tan escueto repertorio, pero llevarlo tal cual hasta el cartucho de Super Nintendo se hubiese quedado corto a todas luces. Esas mismas cuatro melodías, por supuesto, fueron incluidas y muy mejoradas a nivel técnico y musical, pero también se quiso dotar de más composiciones a cada una de las cuatro primeras aventuras de Mario para dotarlas de más variedad ambiental. De hecho, sería imposible concebir un Super Mario Bros sin una de las más míticas canciones de la historia del videojuego, como la de Overworld, que por mucho que se repita, continuaremos disfrutando y tarareando como la primera vez, a parte del aluvión de nostalgia y grandes recuerdos que esto conlleva. También se han respetado las del mundo subterráneo o la tonadilla que nos acompaña mientras buceamos por las profundidades entre peces y calamares.

En el plano de las novedades, encontramos una melodía en la pantalla de título principal, simpática y alegre, que nos llevará hasta los cuatro juegos, y otra en la pantalla de título (donde antes solo había silencio) de Super Mario Bros Una de las que más me ha alegrado los oídos, pese a ser corta y sencilla, es la de las pantallas ocultas de bonus, con ese toquecillo de nostalgia implícito en la manera de componer del gran maestro Koji Kondo. A nivel instrumental se les ha dado un colosal lavado de cara, ahora escuchamos percusión y distinguimos instrumentos más parecidos a la realidad, dándoles más vidilla, especialmente a la principal y a la submarina. Los efectos sonoros se han modificado mínimamente para que no extrañemos demasiado el sonido al coger monedas, al pisar tortugas o incluso al saltar, todos ellos entrañables e indivisibles de esta insuperable aventura. Pero igualmente, notaremos la diferencia para mejor.

JUGABILIDAD:

Super Mario Bros no inventó las plataformas como género propiamente dicho, pero sí contribuyó, y mucho, a darle forma, nombre e imagen. De hecho, a los más mayorcetes seguramente es de los primeros juegos que se nos viene a la cabeza al pensar en un ejemplo, ya no de plataformas, sino de videojuego en general. Es casi inevitable, porque de él han nacido imitadores hasta debajo de las piedras. Y por mucho tiempo que haya pasado, no es precisamente un reto de coser y cantar. Bloques, enemigos e ítems están situados de una forma muy calculada para que no dejemos de encontrar sorpresas y sustos a lo largo de la aventura. Que sea difícil en general no significa que la curva de dificultad no esté bien estudiada: claramente cada fase es más difícil que la anterior y progresar a veces consistirá en aprender de memoria la situación de los elementos de la pantalla, con saltos casi imposibles, mínimos resquicios para sortear a nado o enemigos que nos obligarán a tener un timing casi perfecto con los saltos y la velocidad a la que se desplaza nuestro héroe.

Consta de 8 fases, con cuatro etapas en cada una que finalizan al tocar el consabido banderín. Al final de cada fase, tendremos un enfrentamiento con Bowser, que empleará artimañas distintas cada vez. Un concepto de final boss que se desarrollaría muchísimo en entregas posteriores. Las fases de plataforma pura y dura y las acuáticas son sustancialmente distintas. Mientras en las primeras podemos saltar y correr, en las submarinas tendremos que dominar el estilo de natación de Mario, algo que cuesta de primeras, pero en cuanto dominemos la inercia, las subidas y los descensos, podremos hacer auténticas virguerías para sortear a los enemigos con poco esfuerzo, a quienes se ha dotado de cierta (muy ligera) inteligencia artificial. En esta versión para Super Nintendo se eliminaron muchos de los bugs de los que adolecía el original, por lo que el Minus World y otras trampas insólitas han desaparecido. Eso sí, se mantienen todos los trucos “legales”, como pasearnos por el techo en las fases subterráneas y las tuberías con sorpresa.

Básicamente, si logramos controlar a la perfección los movimientos del juego original, también los dominaremos en este, sin embargo, hay algo que nunca me ha terminado de convencer, y es que el movimiento en los saltos de este port que nos ocupa se adaptó de forma mucho más rígida, demasiado dura, y Mario ha perdido agilidad en este sentido, por lo que alcanzar algunas alturas o esquivar ciertos objetos / enemigos puede conllevarnos algún pequeño disgusto si estamos acostumbrados al control original. Aun con este detalle casi sin importancia, el juego es deliciosamente jugable y terriblemente divertido hasta el punto que no nos importa repetir una y otra vez la misma fase con tal de llegar hasta el final. Con la ayuda de las setas y los disparos bien aprovechados será una tarea mucho menos ardua. Y si nos quedamos con ganas de más Super Mario Bros, siempre podremos volver a jugarlo entero en el nivel extra de dificultad que se desbloquea al terminarlo por primera vez, con más enemigos, lo que hace que sea más frenético todavía.

CONCLUSIÓN:

Diversión y videojuego van íntimamente ligados a Super Mario Bros. Puede tener sus imperfecciones, sus fases excesivamente puñeteras o sus particularidades que solamente se pueden superar a base de prueba y error, pero el concepto es tan puro, tan bien traído y tan dinámico, que es prácticamente imposible que este juego no llegue a gustar a casi todo el mundo. Es un hecho. Super Mario Bros es un icono mismo de los videojuegos, un emblema que representa por sí solo todo este amplio mundo. Ni la propia Nintendo podría haber vaticinado un éxito tan arrasador. Con casi 35 años a sus espaldas, ha vendido más de (sujetaos) 48 millones de unidades en todo el mundo y en distintas plataformas, y fue en su día el más valorado estandarte de la compañía nipona, que aun hoy en día todavía sigue aprovechándose de su carisma para producir nuevos títulos protagonizados por el fontanero italiano y remakes varios.

Mario fue incluso protagonista de la gran pantalla con sus aventuras (eso sí, en una película bastante censurable) y ha llegado a casi todos los medios posibles. Todo el mundo le conoce, todo el mundo lo relaciona con un mando o una consola. ‘Jugar al Mario’ fue y sigue siendo una expresión tan utilizada y generalizada que no importaba ni siquiera el videojuego que hubiese metido en la consola, y aun hoy siguen siendo perfectamente válida. Le hemos visto practicando deporte, corriendo en karts, enseñándonos a dibujar… pero yo siempre digo que nunca hay que olvidar las raíces, y obviando los primeros Donkey Kong y Mario Bros para arcade, este Super Mario Bros es la base en donde se asientan la inmensa mayoría de plataformas clásicos nacidos a partir de él. Llamarle clásico es quedarse muy corto, porque su transcendencia sigue sin tener límites. Super Mario Bros es EL VIDEOJUEGO.


- Lo Mejor del Juego: Dinámica sencilla y frenética a la vez. Las mejoras técnicas en esta versión son increíbles. Gran cantidad de secretos y opciones de rejugabilidad. Se han eliminado los bugs del original y la música brilla aun con más luz.

- Lo Peor del Juego: Se ha endurecido bastante el control. Habrá quien incluso eche de menos el Minus World y ciertos glitch.