INTRODUCCIÓN:
A principios / mitad de la década de los 90, muchas compañías contrajeron la ‘fiebre de la mascota’. Siguiendo los pasos de otras ya más que consolidadas en aquellos tiempos, como lo fueron Mario y Sonic , Titus lo intentó con su conocido zorro, Gremlin con el alienígena Zool y Accolade con el gato montés Bubsy, la mayoría de ellos con buena acogida en su momento, pero escasa repercusión en el futuro. Sunsoft, una compañía bastante prolífica, especialmente en los 8 y 16 bits, no quiso quedarse atrás, y combinando un poco de esa actitud contestona que se empezaba a ver en los videojuegos, otro tanto de carisma con un animal cuya imagen es bastante popular y querida, y una estética atractiva para todo chaval aficionado a los videojuegos que se preciase: gafas de sol, comportamiento chulesco, movimientos muy ‘cool’… lo consiguieron. Y ese ingenioso juego de palabras ya redondeaba la propuesta.
Así nació Aero, protagonista de este videojuego, y mascota corporativa de Sunsoft durante gran parte de aquella mágica década. El público le adoraría, crearía escuela, una prolífica saga, y vendería como churros. O al menos, esa debió de ser la idea primordial de Sunsoft al encargar a David Siller (con el tiempo, muchísimo más reconocido por la creación del marsupial Crash Bandicoot) el diseño del héroe. Si bien dejó una segunda parte casi inmediata para Super Nintendo y Mega Drive, el juego no pasó a los anales de la historia y, sin embargo, Aero se recuerda aún a día de hoy, quizá con más nostalgia que apego, especialmente por todos aquellos que vivimos la época en su máximo esplendor, ya que la publicidad que alimentó dicha creación no fue precisamente poca. Aunque relacionado íntimamente con Sunsoft, no olvidemos que el juego fue obra de Iguana Entertainment, de hecho, su primer trabajo en Super Nintendo.
TRAMA:
La piscina lista, el trampolín preparado, y miles de ojos fijos en Aero, el murciélago acróbata, que está a punto de ejecutar, una vez más, uno de sus arriesgados números de caída libre, demostrando sus grandes habilidades en el aire. Pero justo antes de dar el paso… ¡horror! ¡Las luces de toda la carpa se desvanecen! ¿Quién podría ser el artífice de tan desconsiderado acto? Nadie tiene la más mínima idea… pero mirando atrás en el tiempo, encontramos una historia relacionada con el lugar, y un pérfido personaje llamado Edgar Ektor. Era un niño de clase alta, mimado y consentido, que siempre conseguía lo que quería. En una de sus habituales visitas al “The world of amusement circus and funpark”, que así es como se llamaba el espectacular circo, quiso gastar una broma pesada, manipulando uno de los números, lo que casi provocó la muerte de uno de los animales participantes.
Edgar fue descubierto, acusado, y expulsado para siempre del circo, despertando así su ira y frustración. Con el tiempo, el niño se convirtió en un poderoso y rico empresario, algo que no hizo sino alimentar su enorme ego. Y lo que es peor todavía: nunca olvidó su humillante expulsión de dicho circo que, por su parte, también fue prosperando. Así pues pasados los años, decidió hacer efectiva su venganza, secuestrando a algunos miembros del equipo, saboteando las pruebas y arruinando el gran espectáculo. Pero no contaba con nuestro protagonista, Aero, firme defensor de la justicia que, a lo largo y ancho del lugar y sus alrededores, se propuso dar caza al payaso malvado (personalidad anti heroica de Edgar Ektor), aliado a su vez con Zero, la ardilla kamikaze (que posteriormente protagonizaría su propia aventura en 16 bits) y asegurarse de que el espectáculo pudiese continuar sin más altercados para el público.
GRÁFICOS:
Al estar situada la acción en una inmensa carpa de circo y, posteriormente, en sus alrededores, se podría pensar que la variedad gráfica queda algo encorsetada y limitada, pero la verdad, afortunadamente, es distinta. En las primeras fases, podemos degustar lo que uno espera de tal ambiente: colores muy vivos (mucho más que en la versión Mega Drive) y relucientes, aunque tal vez excesivamente pasteleros, y cantidad de motivos circenses tanto en los enemigos como en los decorados, pero todo se expande enormemente al llegar a la segunda área y sucesivas. El Funpark tiene una puesta en escena que me recuerda fuertemente al segundo mundo de Bubsy, y no sin razón. Casi se podrían confundir ambas obras si atendemos a esto, pero al ser contemporáneas, el plagio está descartado. Estas fases, manteniendo ese reluciente colorido, dan una sensación menos claustrofóbica, aunque en general el tamaño de todas y cada una de las sub-fases es realmente enorme, tanto en horizontal como en vertical, plagadas de ítems, obstáculos, escaleras y artefactos de lo más original y resultón, como vagonetas, colchonetas, o plataformas ascendentes.
El diseño de enemigos denota una gran personalidad: desde payasos perturbados, secuaces de Edgar que se hacen pasar por personal del circo, animales fuera de sí o magos voladores, pero se echa en falta una mayor variedad, ya que a pesar de que en ciertas fases se incorporan algunos nuevos, el plantel en general se repite bastante durante todo el juego. Obviamente, aquí el rey es el propio Aero, un héroe basado en estereotipos de su tiempo, aspecto moderno, desafiante, y con mucha seguridad, que conseguirá sacarnos más de una sonrisa con sus múltiples animaciones, saltos, expresiones faciales (algunas, exclusivas de ciertos momentos u acciones) y ataques. Aunque su control ya es otra historia, se mueve de forma bastante fluida, no es un personaje tan rápido como Sonic o el mismo Bubsy, pero sí tiene gran cantidad de recursos, acompañado siempre por un scroll que cumple bien con su desplazamiento, y que se acelera notablemente, quizá demasiado, en las fases en que vamos montados en algún artefacto. Particularmente, hay una fase de bonus que emplea el modo 7 para simular una caída libre, al estilo Pilotwings.
Los fondos son otro gran acierto. Tienen su propio ritmo de scroll, dando cierta sensación de profundidad, un colorido ligeramente más difuminado, y una ambientación fabulosa, desde los retazos por los que está formada la carpa a esos bellos atardeceres, anocheceres y degradados de cielo que se nos presentan en algunas fases, con paisajes de fondo formados por sombras y siluetas, o los marcos más lúgubres ya llegando a la recta final. Cambian continuamente de paleta para intentar no resultar repetitivos, aun con un diseño muy similar dentro de cada área, la noche en Funpark es una maravilla, y también esas misteriosas estancias en el museo, un estilo inconfundiblemente 16 bits. Cada fase, como no, dispone de su propio jefe final, siguiendo la tónica del aspecto gráfico, y mostrando unos sprites más grandes, con diseños de lo más alocado y humorístico, malévolos saltimbanquis, malabaristas y todo tipo de personajes de lo más peculiar. Muy bonita esa pantalla de título, en la que ya podemos observar el gran colorido del que hará gala el juego, al igual que las que vemos presentando cada nueva etapa, con efecto relieve.
SONIDO:
Si Aero the Acro-Bat muestra un colorido vibrante, unas animaciones llenas de gracia y entornos basados en ferias lúdicas en general, la banda sonora no podría tildarse de otra cosa que de divertida, y muy apropiada para el mundo creado por Iguana Entertainment. Todo en ella tiene un claro aire de espectáculo de masas en general, y de circo en particular, incluso ya mientras desfila el logo de Sunsoft podremos escuchar una composición claramente inspirada en la conocida Entry of the Gladiators de Julius Fucik, con algunas notas prácticamente idénticas de forma intencionada. Por una parte, sin salir de este contexto, encontraremos algunas melodías realmente sorprendentes y trabajadas, que se salen de la estructura imaginada. Incluso podremos escuchar algunos pasajes que incluyen guitarras eléctricas, pero la gran parte de ellas están formadas por vientos, algún que otro teclado, y bajos muy rítmicos. Por otra parte, estar escuchándolas durante un rato prolongado puede resultar un tanto repetitivo debido a la uniforme tesitura de estas, haciéndonos confundir unas con otras.
Incluso las pantallas de título de fase están acompañadas por estos registros tan insistentes. Algunas destacan sobre otras, especialmente en cuanto a ritmo y variedad dentro de sí mismas se refiere, pero también respecto a sus melodías, que sin ser la panacea, encajan a la perfección con el espíritu jovial de la aventura de nuestro murciélago. No todas ellas son necesariamente festivas ya que haciendo uso de estructuras y tonos más dramáticos, también tratan de meternos la tensión en el cuerpo, especialmente durante los combates finales (inconfundible la inspiración del Flight of the Bumblebee), con percusiones por lo general más aceleradas. Y seguimos con referencias a grandes compositores de la historia. Ojo a la segunda del Funpark, por ejemplo, que es clavadita a la mítica pieza clásica Sabre Dance, del compositor Aram Khachaturian, pero también encontramos marcados guiños a la música clásica en otras, como una de las primeras que encontramos, con partes que suenas descaradamente a In the hall of the mountain King de Peer Gynt. Es un recurso que emplea de forma casi constante, mezclando cromatismos típicos de ferias y circos con estructuras sinfónicas.
JUGABILIDAD:
Nuestro Aero va sobrado de recursos para sortear todas las dificultades impuestas, a lo largo de los cuatro niveles y 25 subfases distintas, incluyendo bonus y final boss, de las que consta el juego. No solo puede dar grandes saltos, también puede usar su molinillo destructor para acabar con los enemigos, y emplear a modo de arma arrojadiza las estrellas que va encontrando en los rincones más escondidos. Su manejo puede hacerse algo duro al principio, incluso un poco incontrolable hasta que le cogemos el punto a la inercia de los movimientos, especialmente a la hora de acertar golpes a los enemigos o detenernos sobre plataformas. Pero también hay elementos como cañones o colchonetas cuyas particularidades tendremos que aprender, cada uno de ellos con su propia física. Y por supuesto, trampas, toneladas de trampas, pinchos que nos provocarán la muerte instantánea, caídas al vacío, hojas de sierra… Tampoco podían faltar las odiadas fases de vagoneta y/o sucedáneos, que si bien no son para tirarse de los pelos tanto como en otros juegos, nos van a dar más de un quebradero de cabeza, y un descenso exponencial en nuestro número de vidas.
Todo ello ya es un indicativo de que nos enfrentamos a un plataformas tremendamente clásico, atractivo y con una estupenda factura técnica. Dispondremos de hasta seis oportunidades (a no ser que seamos pasto de una trampa mortal) antes de ver caer a nuestro héroe. No es un juego en el que se pueda correr a lo loco sin poner en él los cinco sentidos, y de obrar así, será cuestión de pocos minutos encontrarnos ante la pantalla de Game Over. Afortunadamente, Aero es avispado, y puede ampliar su campo de visión para anticiparse a los peligros, una habilidad muy útil, ya que estos pueden venir desde cualquier ángulo. También disponemos de unas cuantas ayudas repartidas por los escenarios, como invencibilidad temporal, capacidad de vuelo, doble remolino, y asimismo, es pródigo en vidas, siempre que seamos curiosos y lleguemos hasta las incontables habitaciones secretas, uno de los puntos más interesantes del juego y que, también gracias a la disposición amplia y abierta de sus fases, aportan ese divertido punto de exploración.
Otra de sus mayores bazas reside, precisamente, en la estructura y planteamiento de esas fases. Lejos de optar por simplemente llegar hasta el final, Aero the Acro-Bat nos propone cumplir una serie de objetivos que difieren prácticamente en cada sub-nivel. Debemos encontrar llaves, saltar sobre determinado número de plataformas, rescatar a Aeriel, la chica de Aero, atravesar círculos… condiciones imprescindibles para que, en algún punto, se abra un portal que nos haga pasar a las siguientes pruebas. También existen suculentas zonas escondidas de bonus, casi cruciales para amasar un buen número de vidas extra y potenciadores. Cuando se aprende bien el control, resulta un juego divertido, con una curva de dificultad menos intransigente de lo que podríamos pensar en un primer momento. La mayor pega, aunque tampoco esto lo hace único en su especie, es la ausencia total (que solo se remediaría en el remake que se hizo nueve años después para Game Boy Advance) de passwords o batería de salvado, lo cual significa que tendremos que terminar el juego en una misma sesión, un reto extenuante para verdaderos guerreros del mando.
CONCLUSIÓN:
A la hora de publicitarlo, Sunsoft no dudó, incluso, en crear un anuncio televisivo con mucho gancho, que llamaba a gritos a la juventud de aquella época, en el que veíamos al protagonista tocando las seis cuerdas de una flamante Jackson King mientras nos vacilaba con sus gafas de sol y su actitud algo macarrilla. Es más, ¡hasta se creó una serie animada para la televisión americana de tres temporadas! David Siller creó un personaje con un carisma a la altura de las grandes mascotas del momento. Se cancelaron las versiones de NES y Jaguar, y en el futuro fue rescatado para protagonizar un remake en Game Boy Advance y, por último, también fue porteado para la consola virtual de Wii. Un juego que recuerdo con mucho cariño desde las reviews de aquellas viejas revistas, pero no ha sido hasta ahora cuando ha llegado el momento de ponerme a fondo con él.
Aero the Acro-Bat puede ser una buena inversión si lo que buscamos es un juego retador y con ciertos puntos de originalidad en su mecánica. El hecho de transcurrir ambientado en un circo y los lugares relacionados ya le aporta frescura, y su agradable colorido, fluidas y simpáticas animaciones de su atractivo protagonista, ponen el resto en el apartado visual. Es un juego con el que hay que invertir unas cuantas horas de práctica para acabar dominando su control, su inercia, sus límites, ya que no se contenta, como muchos otros plataformas del sistema, únicamente con que machaquemos a los enemigos a base de saltos, y tendremos que hacer un buen uso de los múltiples talentos de Aero para superar las diversas pruebas, que son muchas y variadas. Su objetivo: derrotar al ruin Edgar Ektor y restaurar la normalidad en su adorado circo. Porque como dice la canción, el espectáculo debe continuar.
- Lo mejor del juego: Las distintas situaciones a resolver por nuestro encantador protagonista. Posee escenas y fondos muy bonitos en unas fases muy abiertas, con muchísimos secretos.
- Lo peor del juego: Con solo tres continuaciones, y sin posibilidad de salvar ni usar passwords, se puede hacer muy cuesta arriba, porque es muy difícil. Algunos temas pueden resultar machacones en exceso.
4 comentarios:
Es bastante buen juego, pero claro, en esa generación y en el genero de las plataformas tanto en Super Nintendo como en Megadrive abundan los titulos de una calidad excelsa que se quedan muy por delante de este título
¡Buenas Peta! Me alegro de leerte otra vez por aquí. Te doy la razón. Aunque en algunos aspectos sí se acercaba a los grandes del género, y no estaba carente de ese puntito de originalidad en su mecánica, en 16 bits había mucha y excelsa calidad, y muchos plataformas estándar quedaron olvidados. Creo que si este no cayó ahí del todo, fue sobre todo por su carismático personaje.
Muchas gracias por volver a publicar... Es una suerte ver nuevas entradas en blogs de tanta calidad retro.
Respecto a Aero, no tuve la suerte de probarlo en la snes original, pero si lo jugué en emulador y me pareció un juego bastante entretenido, aunque con un punto bastante difícil.
¡Muy buenas Jorge!
No faltaría más, gracias a ti por tus palabras y por visitar mi blog :D.
Pues no te digo más que en realidad, este Aero the Acro-Bat tendría que haber sido publicado tras la última review que hice, allá por verano del 2020, tras el Revolution X. Pero por una parte necesitaba "descansar" de alguno de mis tres blogs, y por otra, me resultó tan condenadamente difícil, que lo aparqué y dije 'hasta pronto' a este Cerebro de la bestia que ahora vuelvo a retomar, si todo va bien, para largo plazo.
Yo tampoco lo jugué en su día, pero lo recuerdo mucho de revistas y publicidades de la época, y por fin me decidí, tirando de mi Everdrive en mi Super Nintendo.
¡Saludos!
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