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jueves, 16 de julio de 2020

B.O.B.

INTRODUCCIÓN:

Mi primera experiencia con B.O.B., prestado por un amigo para mi Super Nintendo, reconozco que fue algo caótica. Con los ojos de aquel entonces (hablo de hace más de 25 años), solo alcancé a ver un juego ramplón, con una dificultad desmesurada que no me enganchó demasiado y que, debido a esta última, no conseguí llegar a terminar a pesar de mis frustrados intentos. Pero a veces, lo maravilloso del mundo de los videojuegos es poder redescubrirlos, y juzgarlos desde otra perspectiva, desde otro tiempo y con otro grado de experiencia superior. Y es aquí donde B.O.B., después de tanto tiempo, me ha demostrado cuán errónea era mi visión del que en realidad es uno de los juegos de plataformas y acción más atractivos que se crearon para la 16 bits de Nintendo, lleno de posibilidades y un carisma tremendo que no se supieron valorar (no solamente por mí) en su justa medida.

Porque hoy muchos lo recordamos, bajo un prisma u otro, pero es un juego que pasó con más pena que gloria por muchas revistas especializadas del sector. Tal vez leer el nombre de Gray Matter Inc. en la pantalla de presentación era un mal augurio (aunque en Mega Drive fue programado por Foley Hi-Tech Systems) por mucho que Electronic Arts estuviese amparando el proyecto. Dicha compañía canadiense fue artífice de algunas de las mayores mediocridades que vimos en su día en Super Nintendo, como Wayne’s World o The Incredible Crash Dummies, ambos analizados en este mismo blog, y su suerte no mejoró a lo largo de los años hasta su quiebra, a principios de los 2000. Sin embargo, dejaron para la posteridad esta genuina creación por la que años después continuarían siendo recordados gracias a su ingenioso desarrollo y a sus múltiples puntos de genialidad.

TRAMA:

B.O.B es también el nombre del protagonista de esta aventura, un joven robot con forma humanoide y unas antenas de hormiga. Y como casi todo adolescente, muestra rebeldía en su conducta. Empeñado en acudir a su cita con su querida novia, B.O.B. tiene ciertas diferencias con su padre a la hora de tomar prestado su coche. Mientras este le advierte sobre la hora máxima de llegada y sobre no hacer ni un rasguño al vehículo, nuestro protagonista escapa de la “murga” mientras surca el espacio plagado de asteroides, esquivándolos y canturreando feliz un tema de los Rolling Stones (It’s only Rock’n’Roll (but I like it)) hasta que un premonitorio cartel le anuncia que pronto va a dar con sus huesos contra una de las rocas espaciales, dejando el coche hecho un asco y estampándose contra un inhóspito y amenazante planeta. El camino hacia su cita se ha convertido en un infierno.

El lugar, lleno de trampas y formas de vida hostil, no intimidan a nuestro aguerrido robot, que ni corto ni perezoso, emprende la búsqueda de un nuevo vehículo con el que llegar a tiempo a su encuentro, a través de edificios mecánicos, selvas futuristas y gigantescos templos plagados de peligros. Poco más se nos cuenta a lo largo de la aventura, pero entre mundo y mundo, podremos ver unas simpatiquísimas secuencias en las que B.O.B. se esfuerza torpemente por alcanzar su objetivo, llenas de momentos humorísticos que no hacen sino enfatizar la gran personalidad de esta genuina creación de Chris Gray que además es, sin duda alguna, uno de los pilares maestros del juego. Y dicho sentido del humor, tan marcado y gamberrete, se mantiene hasta un final corto y simple, pero tronchante. Un personaje que, extrañamente, no tuvo gran repercusión en este mundillo ni repitió odisea, pero que sin duda mereció otra oportunidad.

GRÁFICOS:

Su diseño es una pasada, y no hablo solo de nuestro héroe de color amarillo, sino de escenarios, fondos, y algunos elementos y enemigos. Es algo que también he conseguido apreciar mucho más con el tiempo. Es de justicia comenzar por las detalladas, fluidas y variadas animaciones de B.O.B., a quien se atribuyeron una cantidad de movimientos que llegan casi hasta donde alcance la imaginación. Y no solo son técnicamente impecables, sino que además son disparatadamente divertidos. La forma en que sube escaleras, se “desplaza” con sus dedos agarrándose a cuerdas o se “comprime” para agacharse y seguir avanzando es sublime, son animaciones llenas de encanto y es casi imposible que no lleguen a sacarnos más de una sonrisa. La picardía del héroe se refleja perfectamente en ellas y es que como digo, estamos ante uno de los personajes más carismáticos que pisaron los 16 bits. A parte de este aspecto, que merecería un mini-análisis para él solo, contamos con armoniosas animaciones para las explosiones, ataques (tanto propios como enemigos) y un scroll bastante fluido que no nos deja vendidos como ocurría con otros títulos de la compañía.

De hecho, y aunque sorprenda, el motor gráfico utilizado en este B.O.B. para Super Nintendo fue exactamente el mismo que para el desnutrido Wayne’s World, pero a nivel de calidad general, jugabilidad y gráficos, el juego que nos ocupa juega en otra liga completamente distinta. B.O.B. nos regala frases divertidas, hace girar 360º su cabeza, se asusta y se sorprende, e incluso su forma de morir varía en cada ocasión, se derrite, explota o se hace polvo (literalmente). Para quienes disfruten de escenarios futuristas perdidos en el espacio, sin duda este juego será una gozada, ya que tanto los elementos que los componen, como los fondos, parecen sacados de una era de ciencia ficción, llegando a cotas incluso de surrealismo en esos bosques de partículas en los que uno no sabe exactamente qué va a encontrar en el siguiente paso. Las fases que transcurren dentro de edificios, ya sean templos (con una fuerte inspiración egipcia) o grandes edificios metálicos son mis favoritas, y lo mejor de todo es que todos los elementos se adaptan al estilo de la fase, ya sean trampas, escaleras, plataformas, etc.

Con esta atmósfera tan trabajada, en donde casi siempre encontramos un plano extra de scroll en los bonitos fondos que albergan cada una de las fases, el jugador puede meterse en el papel tanto como guste, y creo que eso es importantísimo en todo juego, pero además simpatizar con B.O.B. es algo que ocurre desde el primer paso. Dichas fases están muy bien distribuidas para no repetir en exceso el concepto: tras una cueva de lava, tendremos un laberíntico entramado metálico, y después un mundo orgánico que nos llevará hasta un gigantesco templo en ruinas. La variedad de enemigos también resulta gratificante (otra cosa es el odio que lleguemos a desarrollar hacia ellos jeje), diseños alocados e hilarantes, desde misiles desbocados hasta insectos o plantas alienígenas, pero también imponentes jefes finales. Algunos de ellos ocupan buena parte de la pantalla y están deliciosamente animados para que no todo sea sufrir en las batallas contra ellos. Y atención al mapa general que se nos muestra en el paso de una fase a otra, toda una belleza en miniatura que alimentará todavía más nuestra imaginación.

SONIDO:

El nombre con el que se bautizó a esta obra en Japón (Space Funky B.O.B.) podría darnos una idea muy general de lo que vamos a poder escuchar a lo largo y ancho de la aventura, pero habría que matizar más hondo para entender realmente por qué su acompañamiento musical es difícilmente superable a la hora de recorrer los parajes tan peculiares que nos esperan. Una buena pero pequeña colección de cortes que se mueven entre lo ambiental y la fantasía, pero todos ellos con una gran carga de Funk, esto es, notas muy graves, bajos prominentes, scratching, y por supuesto, toda clase de sonidos que pueden recordar perfectamente a una película de aventuras siderales de los años 70. A pesar de su naturaleza más apagada, consiguen hacerse un hueco perpetuo en nuestros oídos, resultando lo suficientemente pegadizas y representando cada una de ellas a los diferentes escenarios que pasaran delante de nuestros ojos.

Aun así, el principal problema del score musical de este juego es precisamente que se quedan un tanto cortas en número, tan solo seis melodías distintas para un juego que nos puede deparar muchísimas horas de juego por longitud y dificultad. Aun así, mantienen su virtud de no hacerse excesivamente machaconas ni repetitivas. Aquellas con más melodía acabaremos tarareándolas, y las más “mecánicas” terminarán haciéndose su huequecito hacia el fondo del subconsciente sin molestar. Incluso las de los final boss mantienen una cadencia moderada, basándose en ritmo y no en melodía. Una vez más, es injusto comparar las composiciones de B.O.B. con las de otras obras de Gray Matter, ya que la calidad de estas es muy superior respecto a pulcritud sonora y a esmero instrumental. Si en la variedad está el principal gusto del cartucho, los efectos sonoros hacen justicia a esta máxima, ya que su capacidad para divertirnos está a la par que con los gráficos, con derrapes, colisiones metálicas, disparos y reventones de enemigos (estos últimos se llevan la palma) con gran fidelidad y carisma.

JUGABILIDAD:

Pero si algo no ha cambiado en mí respecto a este juego con tanto tiempo de por medio ha sido su terrorífico nivel de dificultad. En B.O.B. no solo hay obstáculos, no son simples trabas para la aventura: son trampas colocadas meticulosa y estudiadamente con el principal objetivo de fastidiar, en los momentos más incómodos y con un nivel de crueldad y mala idea que nos harán acordarnos en voz alta, con mayúsculas y en más de una ocasión de la persona que diseñó los laberintos, enemigos y elementos dañinos del escenario. El “prota” puede ser electrocutado, fundido, espachurrado o encontrar su horrible muerte en un pozo del que no podrá salir, mediante secuencias y mecánicas que es prácticamente imposible detectar o esquivar a la primera sin unos cuantos ensayos / errores de por medio. Los primeros niveles son benevolentes en este sentido, pero conforme avance el juego todo será cuestión de prueba, fracaso y memorización. Pero eso sí, que nadie se confunda, la curva de dificultad fue notablemente diseñada, e irá requiriendo de un aumento de práctica y paciencia bastante suave, sin subidas demasiado bruscas (bueno… salvo algún que otro nivel…) y equilibrado en general.

No va a ser, ni mucho menos, un camino de rosas. El juego nos engatusa con la gran variedad de posibilidades al principio, haciéndonos creer que va a ser moderado para que luego caigamos en su trampa. Pero todo esto es tan divertido y tan adorable hasta en los momentos más desvergonzadamente malévolos que es muy difícil que nos terminemos hartando de él, porque cada fase ofrecerá alicientes nuevos, ya sean nuevas armas, nuevos escenarios o fondos, o estructuras no vistas antes… ¡hasta travesías a toda velocidad en un bólido! Estas últimas, por demenciales laberintos y a contratiempo. Porque precisamente este último es uno de los factores que más va a apretarnos las tuercas. Mientras que existen fases que nos dan minutos de sobra para explorarlas en toda su magnitud (que puede llegar a ser enorme), otras nos obligarán a ir a toda mecha sin pararnos demasiado a buscar recovecos secretos o caminos alternativos. Aunque por supuesto, esto puede transformarse en un importante valor de rejugabilidad. De hecho, os puedo confesar que he tardado en tiempo y en esfuerzo lo mismo en pasarme un 80% del juego que el restante 20% final.

Pero no creáis que B.O.B. es un don nadie y está indefenso a la hora de afrontar peligros. Entre sus alardes mecánicos se encuentran la friolera de seis armas distintas, a cada cual más mortífera, que van desde el clásico disparo de proyectiles individuales a misiles teledirigidos, un lanzallamas cuya distancia de alcance dependerá del tiempo que presionemos el botón o una mortífera y enorme onda de energía capaz de acabar con cualquier engendro que aparezca por pantalla, salvo los final boss, que son gigantes resistentes a todo cuanto les echemos encima y que supondrán algunos de los mayores quebraderos de cabeza que nos aguardarán en el juego. A estas armas se unirán en igual número seis gadgets de los que B.O.B. podrá disponer (al igual que las armas, siempre que los obtenga antes) para superar obstáculos que de otra forma serían insalvables. De hecho, muchas veces el juego nos fuerza a utilizarlos, so pena de quedar atrapados para siempre. El control del robot es bastante versátil, y una vez dominemos sus puntos flacos (tiempo que tarda en levantarse o en recuperarse de las caídas), tan solo nuestra velocidad de reflejos y astucia contarán a la hora de llegar al final.

CONCLUSIÓN:

Puede que Gray Matter Inc. no sea un nombre asociado especialmente a la calidad debido a algunos de sus desastrosos lanzamientos. Pero todas las carencias, todas las lagunas y defectos que tuvieron aquellos se convierten precisamente en las fortalezas de B.O.B. Tal vez no sea perfecto y haya algunos aspectos que podrían haberse pulido más, pero con una mecánica muy simple y a priori bastante trillada, ofrece toneladas de diversión y lo más importante, atractivos motivos para rejugarlo, una vez se termina por primera vez y se da uno cuenta de que, aunque su dificultad parece monstruosa al llegar a cierta altura de este, con observación, memorización (como sucedería en cualquier shoot’em-up) e insistencia, no hay nada imposible de superar. La simpatía rodea todos los aspectos del cartucho, desde las animaciones a los textos o los diseños de los enemigos, haciendo que su atractivo y simpatía suban exponencialmente a cada paso.

Un juego y un personaje enormemente carismático que extraña e injustamente quedó relegado en exclusiva a Mega Drive y Super Nintendo, siendo de mayor calidad técnica y jugable la entrega que nos ocupa, en parte debido a la cantidad de botones del mando y la facilidad de manejo de armas y gadgets. Ya quisieran muchos de los lanzamientos actuales poseer la jugabilidad de esta joyita, que combina plataformas, acción y un punto de exploración de forma excelente, y que tiene como mayor atractivo el hecho de representar todo un reto incluso para los plataformeros más experimentados debido a su curva de dificultad, relativamente justa pero muy exigente, en un juego que con el añadido de su larga duración nos va a proporcionar muchas horas de frenética diversión. Y es que sus tres mundos y sus cerca de cuarenta y cinco fases no son para tomárselas a broma. No quisiera terminar sin dedicar esta reseña a mi colega fran_friky, que sé de buena tinta que es un gran admirador y experto de este juego.


- Lo Mejor del Juego: La colección de armas y gadgets le añaden mucho potencial. Las animaciones de B.O.B. son fantásticas, variadas y muy divertidas. Su duración. Algunos efectos sonoros. El tono humorístico y la simpatía que desprende todo en general.

- Lo Peor del Juego: Algunos saltos de dificultad son demasiado bruscos, incluyendo los de los final boss. Escasas melodías distintas. Que su secuela fuese cancelada y no salieran más juegos con el protagonista.

2 comentarios:

Azort Zonih dijo...

Si lo habré visto por ahi en alguna lista no lo recuerdo. Me hace gracia y me genera mucha curiosidad.Como siempre,un excelente análisis. Hay muchas propuestas interesantes en todas las consolas y lo fascinante es que cada dia se puede descubrir algo nuevo.Un gran saludo.

JaviRPG dijo...

Amigo Azort,

Yo pienso que B.O.B. se ha ido revalorizando con el tiempo, no en tema coleccionismo, sino como juego en sí. Su sencillez de manejo y posibilidades lo convierten en unos de los plataformas de disparos más genuinos de la generación 16 bits.

Espero que todos sigamos descubriendo (o re-descubriendo, como es el caso) grandes juegos del pasado de esos que ya casi nadie habla, que nos motiven a seguir siendo siempre un poco niños. Tus comentarios siempre son una alegría, ¡un abrazo enorme!

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