INTRODUCCIÓN:

Bautizado en Japón con el aparatoso
título de Xandra no Daibōken: Valkyrie to no Deai, pocos meses después, aun
dentro del año 92, dio el salto fuera de esas fronteras para ser conocido en
otros lares como Whirlo. Pero fue un salto bastante corto, al contrario de los
que ejecuta nuestro protagonista, ya que tan solo en Europa se le conoce por
este último nombre. Los americanos nunca llegarían a catarlo, y probablemente esta
sea una de las principales razones por las que el juego es mucho más conocido
como objeto de culto para coleccionistas que como el bonito y colorido plataformas
que es. Es un caso bien curioso. Tanto la versión española como la italiana
adaptada (las únicas en formato Pal existentes) alcanzan unos precios
absolutamente desorbitados y totalmente desmedidos en los mercados de segunda mano,
siendo muchísimo más alto su valor de coleccionismo que el que le podemos
atribuir como juego en sí.

Whirlo forma parte de ese conjunto de juegos de
plataformas en los que Snes todavía estaba mostrando sus cartas, siendo uno de
los primeros para la consola, y enérgicamente anunciado en su día tanto en
revistas del sector como en vídeos promocionales, seguramente debido a que,
aunque fueron los de Nova Games (una compañía sin gran currículum ni
trayectoria) quienes lo desarrollaron, el gigante Namco se encargó de su
distribución aunque esta, como ya digo, fue muy reducida. Recuerdo que en su
día el juego suscitó mi interés gracias a la publicidad, a sus bellos gráficos
y al dinamismo de su movimiento, pero al final lo olvidé en detrimento de un
gran clásico como Super Mario Kart. Y si a nivel de mi futura pasión por el
coleccionismo me arrepiento profundamente de la decisión, como juego no llega
ni a la sombra del gigantesco nivel especulativo que se cierne sobre él.
TRAMA:

Por sorprendente que pueda parecer, la
trama es uno de los aspectos más destacados y que más fuerza y personalidad
aportan al cartucho, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de un
plataformas que a primera vista y en primera toma de contacto acata las normas
más básicas del género. Ya de inicio Whirlo se empeña en darle más protagonismo
al argumento del que uno se puede imaginar. La introducción nos cuenta la
triste historia que acaba con la paz de la aldea de Sandros, un lugar recóndito
donde sus habitantes, unos seres de color verde con aspecto mixto entre vegetal
y muñeco de plastilina, gozaban de una vida tranquila, dedicándose a la tierra
y a cuidar de los suyos. Pero un buen día, el enorme volcán que supervisaba
aquellas tierras desde las alturas entró en erupción con tal violencia que los
cimientos de la ciudad se desmoronaron y esta se hundió en las profundidades de
la tierra.

Desde luego, no se puede culpar a la misma
naturaleza por sus actos. Pero este suceso, a su vez, desató algo todavía más
catastrófico, a una maldad que hasta aquel momento dormitaba en el subsuelo más
profundo. Y así fue como Malix, la entidad diabólica, extendió una ponzoñosa
plaga sobre Sandros y toda la región, unas cenizas que caían del cielo y
provocaban la enfermedad y la muerte a sus habitantes, y muy pocos se libraron
de ella. El retoño de Whirlo, nuestro héroe, ha sido alcanzado por esa plaga, y
cada día la enfermedad le gana terreno. Sin pensarlo dos veces, su valeroso
padre emprende una descomunal odisea para encontrar la solución a este terrible
suceso. Por el camino, además, encontrará a decenas de personajes en remotos
lugares con sus propios problemas a los que también, en una muestra más de
amabilidad y coraje, deberá ayudar para así obtener los siete fragmentos de
cristal que acabarán con la epidemia.
GRAFICOS:

Es junto al sonido en general y a su banda sonora en particular, el apartado que más atractivo nos va a resultar y
se podría decir que el principal gancho para meternos de lleno en esta aventura
épica y difícil hasta la extenuación. En aquellos primeros años de Super
Nintendo, los programadores más inexpertos intentaban sacar partido a su paleta
gráfica tirando de su amplio abanico de colores y tonos pastel, como aquellos de
los que se beneficia este juego. Y es que jugando con los colores y los
contrastes,

Whirlo nos ofrece un aspecto visual de lo más bonito que podamos
encontrar en un plataformas de la época. Gráficos muy limpios (algo que ya se
aprecia desde la introducción hasta la pantalla misma de título), diseños
bastante innovadores y chocantes, fondos de auténtica fábula y un toque
original que hace posible identificarlo a primera vista. Si bien en general
saca un notable medio, también tiene sus pormenores, y estos vienen desde el
diseño de algunos enemigos que se quedan muy atrás comparándolos con otros, con
un nivel de detalle mucho más austero.

Gustosísima variedad a la hora de ambientar las distintas fases y sus varias pantallas correspondientes, que aun
siguiendo, digamos, un patrón conceptual, difieren enormemente unas de otras,
como es perfecto ejemplo la primera de todas, que se divide en el poblado, el
bosque encantado y el paraje nevado, pero más adelante también encontraremos
otras fases geniales como la del barco pirata, la de introducción al palacio de
la princesa con sus hermosos jardines, o las ardientes cuevas subterráneas y
sus enormes llamaradas. Impacta especialmente aquella sub-fase en la que
podemos

apreciar atónitos cómo hasta siete planos de scroll independientes se mueven
con total fluidez dando un efecto de profundidad notable mientras el plano principal
de todos ellos intenta aplastar a nuestro personaje. No tira especialmente de
efectos especiales, sino que basa su agradable aspecto en colores vivos y
contrastes que otorgan un brillo muy especial a todo lo que vemos en pantalla.
Los enemigos también varían en cada fase, pero tampoco son lo más destacable.
Si acaso, el enorme tamaño de algún que otro final boss, aunque estos son
escasos.

Entre fase y fase, vemos escenas que
junto a textos nos narran la historia. Aquí, a pesar de su intencionada vistosidad,
se percibe un bajón en la calidad de dibujo de los personajes salvo en algún
caso particular. Si tuviese que destacar otros highlights del juego, sería la
entrada al barco y esa enorme calavera en la proa, las exuberantes pantallas de
las cajas de madera con excelentes combinaciones de colores o algunas
construcciones y murales de pared con los que nos encontraremos. En las
animaciones se puso bastante empeño, ya que Whirlo tiene una asignada para cada
acción e incluso varias de

ellas a la hora de morir. Los fondos son, por lo
general, otro aspecto muy destacable, fantásticos, y podremos desatar nuestra
imaginación con estampas de un bosque cristalizado, un vasto bosque de bambú, o
el inmenso espacio estrellado que ambientará uno de los momentos más turbios y
excesivos del juego. El scroll en general es fluido y a veces, como el caso
anteriormente mencionado, toma mucho protagonismo en las fases más frenéticas,
adornadas por preciosos saltos de agua y brillos por doquier.
SONIDO:

Entre los compositores de la banda
sonora del juego encontramos un nombre especialmente destacado, el de Norihiko
Togashi, sin duda el más experimentado de todos ellos, autor también de los
acompañamientos musicales de Burning Force (Megadrive), Zoids (Famicom) o
dentro de la consola de 16 bits de Nintendo, varios capítulos de The Great
Battle (entre ellos, Last Fighter Twin,
que podéis encontrar analizado
aquí). Su dilatada trayectoria jugó a su favor a
la

hora de dar vida musical a Whirlo, y en este título podemos ver a un artista
especialmente inspirado, con cantidad de melodías que, en su concepción, van
más allá de lo que uno espera de este género, pudiendo ser algunas extrapoladas
al universo de los RPG sin ningún problema, como la espiritual y cándida
melodía que acompaña nuestra aventura en los bosques encantados, o la épica
marcha que ambienta la torre legendaria, creada en tesituras tan épicas que son
un empujón a la moral en tan complicada odisea.

También encontramos ciertas
diferencias de calidad entre unas u otras (aunque no tan abruptas como las
mencionadas en el tema de los gráficos). Si bien algunas son 100% ambientales y
carecen de ese brillo y personalidad que muestran otras, ciertos parajes ganan
muchísimo con las más enérgicas. No es un score especialmente amplio, pero los
temas se repiten mínimamente, lo cual se agradece por la cantidad de veces que
tendremos que insistir en cada una de las fases. Se pueden escuchar dos
vertientes principales, las más animadas y las más tristes y apagadas, que de
hecho encajan más en la desoladora historia que nos cuenta el juego. Puede
haber distintas opiniones sobre los efectos de sonido, no encontramos voces ni
ningún alarde que se salga de lo normal, pero según la mía, están bastante bien
producidos, solo hace falta fijarse en el sonido de la horca de Whirlo, o en el
que se emite al pisar suelo, bastante sólidos y creíbles.
JUGABILIDAD:

Aquí vamos a ponernos serios y hablar
claro. En Whirlo, el nivel de dificultad se les fue de las manos por completo a
sus creadores, y esto acaba por afectar gravemente a la dificultad del
cartucho. Respecto al concepto de dificultad, es algo que puede manifestarse de
varias formas distintas en cada juego, por enemigos, por diseño laberíntico,
por dificultades en el control o por falta de entendimiento de la situación en
la que el jugador se encuentra. Pero Whirlo abarca todos esos “tipos” de
dificultad y lo hace de la peor manera posible.

Para comenzar con algo
positivo, el control de Whirlo es bastante bueno y manejable. Los golpes que
asesta con su horca son bastante precisos y fáciles de dominar, y lo mismo se
puede decir de la detección de golpes contra los enemigos. La dificultad sube
de forma gradual en general, pero hay algunos picos demasiado marcados en zonas
tempranas en las que en mi opinión no deberían estar y pueden ahuyentar
definitivamente al jugador, como por ejemplo, en la segunda fase, la pantalla
de las plataformas que caen al pisarlas.

Y enlazando con esto, entra uno de los
temas más polémicos del juego: el salto (o mejor dicho, los saltos) de nuestro
personaje. Porque hay de varios tipos. Con el botón B usaremos el salto “de
toda la vida”, pulsar, saltar, y ya. Sin embargo, con el botón A realizaremos
un salto más técnico que nos costará mucho más de dominar, ya que aunque parezca
lo contrario, en este influye la velocidad que lleve el personaje, y no el
tiempo que presionemos el botón, lo cual es extraño y engañoso, porque es
difícil apreciar con

inmediatez en la animación de Whirlo cuándo corre, y esto
nos va a causar cuantiosos dolores de cabeza, sobre todo porque el juego es
terriblemente exigente con ellos y con el timing a la hora de alcanzar la
plataforma deseada. La habilidad apurada del jugador es imprescindible, algo
que no sería necesariamente malo si la mecánica de estos saltos no fuese de
dudosa calidad. Muy útiles algunos ataques como el giratorio en el aire o la
estocada vertical que nos salvará el pellejo en más de una ocasión.

Whirlo posee muchas más técnicas y
ataques desde el principio, y de hecho el juego nos obligará a utilizarlos
constantemente, y no solo para aquello que creíamos que fueron concebidos, lo
cual es buscar un punto de originalidad que no está nada mal, pero nuevamente,
el problema es que resolver algunas de esas situaciones es más cuestión de
prueba y error que de verdadera habilidad. Y aquí otro de los puntos oscuros.
El personaje muere ante el más mínimo roce con cualquier objeto u enemigo (que
a veces aparecerán delante de nuestras narices sin posibilidad de detectarlos).
El número de

vidas alcanza las siete iniciales, una buena cifra podríamos
pensar, pero nada más lejos de la realidad. En cualquier fase que no tengamos
absolutamente repasada, medida, y que no nos sepamos de pura memoria, las vidas
caerán como churros. Pero si hablamos de las últimas localizaciones, incluidas
las pruebas finales (plataformas cambiantes, resolver situaciones sin ningún
tipo de explicación y escenario invisible), el nivel de dificultad roza lo
aberrante, y a nivel de paciencia y cordura, no es para nada recomendable a
todo el mundo.
CONCLUSIÓN:

Lo que en aspecto puede parecer un juego
para un público medio, con agradables tonalidades pastel, diseños limpios, fondos
muy poderosos y bellos y mucha simpatía en sus escenarios y personajes, se
torna en una pesadilla insufrible de dificultad no apta para nadie que no sea
un auténtico experto en el género de las plataformas y demuestre tener una
templanza, un cálculo y una habilidad pasmosa, es decir, para un auténtico jugador
de acero. La verdad, aun no me explico cómo he tenido la paciencia para llegar
hasta el final, con una oportunidad por cada vida que se esfuma en cuanto
pestañeamos. El más mínimo error supondrá volver atrás un montón de obstáculos
en fases que, si no conocemos con total exactitud, van a suponer un delirio horroroso
en los casos más extremos (casos que abundan casi desde primeras) y llegar
hasta el jefe final supone un reto que acaba traspasando la barrera de la
sencilla diversión.
No te equivoques con él. El brillo y
simpatía que desbordan su banda sonora y sus gráficos perfilados son
inversamente proporcionales a su monstruoso nivel de dificultad, que es de todo
menos amable y justo. Por suerte, su apartado técnico es fantástico en la
mayoría de aspectos, y esto nos puede ir haciendo tirar para adelante aunque
solo sea para descubrir

qué bonitas composiciones nos aguardan o nuevos e
interesantes escenarios llenos de luz y detalles. Propone pruebas interesantes,
diferentes, que nos obliguen a usar nuestra imaginación con los medios de los
que disponemos, lo cual le desmarca del resto de plataformas en parte, pero los
errores en los que cae este Whirlo acaban por posicionarlo (como poco) como un
plataformas de tercera fila, de esos que podrían haber sido mucho mejores pero
que terminan cayendo en el olvido. A no ser, como digo, que lo veas desde la
perspectiva del coleccionismo.
- Lo
Mejor del Juego: A primera vista, es precioso. Su uso de tonos suaves, su
paleta de colores y esa banda sonora que alimenta nuestra ilusión por
continuar. Hay situaciones que exigen nuestra perspicacia, bien resueltas. La
historia es también algo destacable.
- Lo
Peor del Juego: Salvando la primera fase, el resto va a ser una pesadilla. No
acaba de gustarme el sistema de salto. Algunas pruebas son de pura demencia. No
hay barra de energía, y el sistema de passwords es largo y engorroso.
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Muy interesante el enfoque que se le dio a la banda sonora de este Whirlo. Siempre lo es cuando puedes intercambiar las melodías de un juego a otro sin que apenas desentonen, y lo que viene a ser un plataformas más o menos estandar tiene ese aire tan característico que podríamos atribuir a los RPG. Al fin y al cabo, lo que se nos cuenta en Whirlo es una aventura épica y plagada de fantasía de principio a fin, con muchos personajes y diálogos. Es sin duda uno de los mejores apartados del juego en el plano técnico.
Dark Clouds. Es una canción casi tan bonita como inmenso es el nivel de dificultad en la fase donde aparece. Su orquestación está presente casi en todo momento, y su ritmo similar a una marcha militar en ciertos momentos nos recarga las pilas. También vemos bastante variedad en ella, ya que el potente y fluido ritmo entre su principio y su final se transforma en un fragmento más calmado que al mismo tiempo también es una de sus partes más grandilocuentes con el bombo marcando el paso.
Cauldra Castle. El ritmo de vals es uno que se utiliza en varios cortes del juego como este. En el castillo, en busca del verdadero Nick, podemos disfrutar de una de las partes más calmadas del juego. El tema ambienta a la perfección estos momentos de búsqueda y razonamiento con un aire deliciosamente divertido que hace honor a la situación, incluyendo una parte más "misteriosa" y con cierto toque medieval, llena de tintineos y una melodía que se desmarca del resto de su duración.
Haunted Forest. Y he aquí una de mis partes favoritas del juego, antes de que este se convierta en un auténtico calvario. La pieza que escuchamos a continuación también es una de las que más he disfrutado porque coge una magia especial entre las corrientes, los espectros y los árboles que forman parte de ese maravilloso paraje de ensueño, un bosque encantado inundado de misterio, sombras y enigmáticas apariciones que con esta música de fondo cobran todo su esplendor.
Legendary Tower. Nos movemos ahora hacia temas más pomposos y épicos. Complicado encontrar otra en el cartucho que tenga tanta fuerza como esta y una orquestación tan bien integrada. De nuevo, los compases repetitivos guían la musicalidad al principio, y en su longitud se introducen otras tesituras menos recargadas que aportan variedad, pero la parte sinfónica principal es la que se lleva la palma. El sentimiento heroico que transmite, creedme, os va a hacer falta.
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