Pikiinya!

INTRODUCCIÓN:

Super Nintendo / Super Famicom es infinita. No importa lo que busques, cuáles sean tus preferencias o lo que te apetezca jugar en un momento determinado. Seguramente, dentro de su amplísimo catálogo encontrarás la respuesta a lo que andes buscando. Bucear entre sus miles de juegos puede ser una fuente de gratas sorpresas; no sería la primera vez que me quito el sombrero ante una obra totalmente desconocida más allá de su país de origen, en este caso, Japón, sin duda el más exclusivo de la consola (y de la gran mayoría de ellas, de hecho), en donde se publicaron alrededor de 1.500 juegos, y casi 1.000 de ellos de forma exclusiva, por lo que ahí existe un menú de lo más exótico, amplio e interesante para descubrir. Después de juegos como Uchuu Race: Astro Go! Go!, o Last Fighter Twin, llega a El Cerebro de la Bestia este Pikiinya!.

Y aparece, justamente, después de esa selección casi aleatoria que siempre me gusta realizar para escoger un nuevo título. No son pocas las alegrías que me he llevado, pero la de este enorme juego de puzle ha sido algo realmente especial ya que, aparte de haber podido corroborar de primera mano (más que nunca) su tremendo potencial de diversión como juego para dos jugadores, he descubierto un sistema muy distinto, interesante y adictivo que apenas me ha dado tregua en las primeras 10 horas de juego. Pikiinya! apareció cuando Super Famicom daba ya sus últimos coletazos en 1997, uno de los últimos juegos de este género, programado para la consola por el equipo de Crea-Tech y presentado en sociedad (japonesa) por ASCII Entertainment, especialmente indicado para aquellos que disfrutaron con Tetris Attack o Puyo Puyo. El idioma no os debe echar para atrás, ya que el menú es descriptivo en imágenes y bastante intuitivo.

TRAMA:

Y digo lo del idioma porque, obviamente, está absolutamente todo en perfecto japonés, y es algo que puede amedrentar a cualquiera. Yo mismo pensé en un primer momento que tal vez no era una elección demasiado adecuada, pero tratándose de un juego de puzle (sin demasiada carga argumental por norma general), decidí, por suerte, darle una oportunidad. Si atendemos a los modos de juego principales, tendremos que decidirnos entre jugar en solitario o con otra persona. En el primer caso, tendremos que escoger entre 3 tipos de juego, pero llegarán a ser hasta 6 distintos según vayamos desbloqueándolos. En el modo para dos jugadores, podremos escoger entre un total de tres modos, que a la larga serán los más duraderos y también los más divertidos, donde descubriremos toda la personalidad de Pikiinya!, comenzando por la simpatía y el comportamiento de los que serán nuestros principales amigos: los azulados y entrañables pingüinos.

Aquí viene lo poco que he podido descifrar del argumento, buscando en la red, apoyándome en el manual y en varios traductores durante más tiempo del que pensaba en un primer momento: Estos simpáticos y adorables animales conviven en paz y serenidad en un auténtico paraíso terrenal. Un lugar de ensueño en el que no solo hay zona de hielo, también una espesa jungla, una maravillosa playa e incluso un desierto, es decir, un conjunto de ecosistemas casi interminable… pero pronto comienzan a llegar personajes llenos de maldad y sin escrúpulos que quieren robar esa tranquilidad a sus habitantes y, por supuesto, adueñarse de sus tierras, por lo que todos son capturados. Todos, menos uno, que se convierte por ende en la única esperanza para todos los de su especie, y deberá liberarlos de su cautiverio a manos del malvado cazador y sus malvados secuaces, que irán apareciendo uno tras otro.

GRÁFICOS:

Uno puede suponer de entrada que un juego de este tipo (¡el primero en comentar en este blog, por cierto!) puede ofrecer más bien poco en este aspecto, pero con Pikiinya! dicha idea puede deshacerse como un cubito de hielo conforme avanzamos… y nunca mejor dicho. Es cierto que no vamos a ver nada que nos deje con la baba cayendo, ni vamos a pasar de tener delante la clásica pantalla estática en donde se desarrollan la mayoría de los puzles, pero también es de justicia decir que los programadores hicieron un gran esfuerzo para que todo resultara de lo más simpático, agradable y variado posible. Más allá de los típicos colores pastelosos en Super Famicom que tanto gustan a los jugadores orientales, podemos encontrar unos diseños de personajes que, si bien también están orientados al 100% hacia el público japonés, resultan muy divertidos para todo el mundo, y gracias a ello, su personalidad es arrolladora. De hecho, me costará a partir de ahora no relacionar este Pikiinya! cuando vea a algún pingüino en cualquier parte. Sus animaciones al ser liberados, o al estar aislados, o sus expresiones de emoción son memorables.

Es cierto que al principio las tonalidades empalagosas de las que hablaba puedan resultar incluso cargantes, sobre todo en los menús, pero cambiaremos radicalmente de pensamiento en cuanto veamos las primeras fases del modo historia, en donde se nos presenta cada uno de los personajes en miniatura y en nuestra pelea contra ellos, un diseño muy bonito y detallado que ocupa todo el fondo de la mitad derecha de la pantalla, todo esto respaldado por unos fondos que son de lo más destacable de todo el juego. Cada uno de los paisajes que citaba al principio están magníficamente representados en pantallas estáticas poseedoras de una gran riqueza de colores y sombreados hechos con mucho gusto. Algunas de ellas, como la playa al atardecer o el ardiente desierto, están tan bien hechas que parecen digitalizaciones, con contornos suaves y degradados espectaculares. Se nota un grado ciertamente avanzado de dominio sobre el hardware de Super Famicom en uno de los puzles más bonitos y lustrosos para el sistema. En realidad, para el género y la consola, poco más se puede pedir en este aspecto.

Existe también, a falta de saber su nombre real, lo que yo llamo el modo carrera, que explicaré más abajo, y que gráficamente se desmarca ligeramente del resto. Por una parte, dejan de estar los pingüinos y en su defecto hay una especie de latas, aunque el hielo sigue estando presente, tanto vacío como lleno. En la parte izquierda de la pantalla como es habitual, será la mitad en donde caerán las fichas, pero en la otra mitad veremos a nuestro héroe superviviente como corre como alma que lleva el diablo, con unas graciosas animaciones siempre envueltas en el humor más oriental. Como fondo para la pantalla de las fichas, veremos una animación de esto mismo pero enfocado en primera persona desde la espalda de nuestro amigo azul. Otro detalle que es de agradecer es que la pantalla de título va cambiando (y podremos ver varias figuras del juego en ella). Incluso el final es espléndido en este sentido, obsequiándonos con escenas tan llenas de simpatía como de belleza, especialmente aquella en la que caen los créditos.

SONIDO:

¿Me lo parece a mí, o el principio del tema de su pantalla principal suena a cuento de hadas? Esos xilófonos, teclados, y ese latido de corazón que suena de fondo… pero Pikiinya! es un juego que no quiere engañar a nadie, y pronto su melodía se acelera y se transforma, de repente, en un corte 100% tropical que es perfectamente representativo del entorno gráfico, de los lugares y de los personajes que vamos a encontrar tan pronto le demos al botón Start. A partir de aquí, todo roza lo más exótico. Hay cortes que solo se basan en percusión, mientras que otros añaden un sutil aire oriental, aunque este no predomina, extrañamente, en ninguna pieza. Los tutoriales también tienen su propio fondo musical, pero la que más tiempo vamos a pasar escuchando es, lógicamente, las canciones centrales del juego, que se presentan mientras decenas y decenas de piezas descienden sin parar a lo largo de la pantalla, tanto en el modo historia como en el modo obstáculos o en el versus.

Todas ellas son muy entretenidas, y lejos de molestar, son enormemente pegadizas, y tararearlas al pasar unas pocas horas con ellas de fondo se convertirá en algo tan natural y habitual como la propia mecánica de juego. Se adaptan y encajan perfectamente con la esencia del juego, no podrían ser más acertadas. La simpatía de estas está patente a cada minuto, incluso en muchas de ellas (por no decir en la mayoría) hay integradas ciertas voces muy graciosas como si formaran parte de la misma melodía. Hablando de voces, escucharemos una gran cantidad de estas digitalizadas que por fuerza nos van a sacar una sonrisa, desde el inicio en que se grita el nombre del juego hasta cuando logramos hacer líneas o encadenar una buena jugada, todo está “comentado” por estos animalitos tan desternillantes. Podrían sonar con algo más de claridad, eso sí, pero cumplen su cometido y además sorprenden, que no es poco. Y si llegamos al final, tendremos algún regalito más en este sentido, con una melodía fantástica y exclusiva para el jefe final y otra para los créditos.

JUGABILIDAD:

Un juego de estas características ha de tener en este apartado su fuerte, o de otra forma cojearía en su valoración general. Pikiinya! es, aunque no suele gustarme utilizar esta palabra para referirme a ningún aspecto de un videojuego, un auténtico vicio que perfectamente puede alejarte de cualquier otra tarea mundana que estés haciendo durante mucho, mucho tiempo y desde las primeras horas de dedicación. El juego en sí inventa poco realmente, pero coge distintos conceptos basados en otros juegos como Tetris Attack o Puyo Puyo y los combina de forma muy inteligente y con gran maestría. El resultado es una mecánica muy sencilla de aprender pero complicada de dominar, y ahí es donde reside su grandeza. Al mismo tiempo, es muy adictiva, y esto vale tanto si te gustan los juegos de puzle como si no. Aunque este es el primer juego de este estilo que traigo al blog, soy bastante aficionado a pasarme horas con ellos, y os aseguro que Pikiinya! es uno de los más divertidos que he probado, y al que he dedicado tantas horas como a los mejores del género.

Si optamos por el modo historia (que se desbloqueará pasados unos minutos de juego en cualquier otro), el sistema de juego se basa en alinear unas piezas que caen desde la parte superior de la pantalla. Hasta ahí está muy claro, ya que es algo muy común. Pero la cosa se complica cuando tenemos (en este modo) tres tipos distintos de figuras: pingüinos, pingüinos congelados, y bloques de hielo. Al juntar seis pingüinos o más, estos desaparecen. Con el hielo (contenga pingüino o no) debemos formar líneas horizontales que ocupen todo el ancho de la pantalla (como en el Tetris, vamos) y en este momento, los cubitos vacíos se transformarán, y si contienen un pingüino, se descongelará y podrá formar grupos con otros pingüinos colindantes. Por eso os comentaba, que las bases son muy claras y simples, pero cuando los bloques empiezan a amontonarse, a transformarse, a desaparecer y a entorpecer, el frenetismo se adueña del juego, y buscar las cadenas más largas y espectaculares se transformará en nuestro principal objetivo para ir vaciando la pantalla. Obviamente, si esta se llena hasta más allá de la fila superior, la partida termina.

Otros modos de juego igualmente divertidos es el ya citado modo carrera, en donde los pingüinos son cambiados por unas latas, deduzco que con alguna bebida energética en su interior, que darán fuerza a nuestro pingüino para coger velocidad y dar vueltas a un circuito más rápido. En el modo obstáculos, unas bellotas distribuidas con bastante mala baba por toda la pantalla entorpecerán nuestros objetivos, y tendremos que librarnos de ellas haciendo desaparecer los pingüinos a su alrededor durante 32 fases, a cada cual más difícil. Si logramos terminarlas todas (un verdadero hito) se desbloquearán dos modos más, uno de carrera contrarreloj y otro un versátil editor de pantallas… ¡¡y 32 fases más de obstáculos!! Así que, como podéis imaginar, hay juego para rato, y su dinámica nos atrapará de tal forma que si empezamos una sesión, nada podrá pararnos. Y si no quieres que nadie avance con tu partida, tranquilo, porque dispondremos de hasta seis slots para distintas sesiones, en donde se irán añadiendo unas estrellas doradas en función de lo que vayamos desbloqueando y terminando.

CONCLUSIÓN:

Tanto si eres experto en este tipo de juegos como si es tu primera toma de contacto, no dudes que en Super Nintendo vas a encontrar algún exponente que se adapte a tus preferencias, y sin duda Pikiinya! es uno de los mejores, y también uno de los más escondidos de todo su catálogo ya que por desgracia nunca cruzó el gran charco. Pero el hecho de aparecer ya en el ocaso de la consola le confiere unos gráficos de gran nivel (dentro del género), con un sentido del humor que destaca gracias a sus entretenidas animaciones, la personalidad y simpatía de sus personajes y esas voces tan geniales que nos harán coger rápidamente cariño a esta obra de Crea-Tech, una compañía conocida en Japón sobre todo por su extensa saga RPG Metal Max que todavía daría a luz, un año y medio más tarde, a un último título de estrategia para la consola, el interesantísimo Genjuu Ryodan.

En cuanto conozcamos la forma en la que se comportan las distintas piezas, ya sea en el modo historia, en el modo obstáculos, en las carreras contrarreloj o simplemente estemos peleando por lograr la máxima puntuación en el más clásico de todos (y buscando a ese maravilloso OVNI que aparece de vez en cuando), nuestra experiencia con Pikiinya! se prolongará durante días, y las horas con él pasarán como si fuesen minutos. Su dificultad está bien estudiada, con una historia principal relativamente asequible y una segunda tanda en el modo obstáculos que es un verdadero infierno, pero tiene tantas modalidades, y todas ellas con un objetivo distinto, que será imposible que nos aburramos de él. Y ya si conectamos un segundo mando a nuestra Super Nintendo, la diversión, duración y competitividad pueden terminar elevándose, las tres, a la enésima potencia. ¡No podréis parar!


- Lo Mejor del Juego: Su mecánica es inteligente, llena de posibilidades y muy adictiva. Además, el apartado técnico supera lo que se puede esperar de un juego así. Horas y horas de intensa diversión.

- Lo Peor del Juego: A veces, la suerte influye de una forma demasiado determinante en el desarrollo de algunas pantallas muy difíciles.